La renta media de los caseros españoles duplica a la de los inquilinos. Incluso si se les restara lo que reciben por alquilar, los caseros seguirían siendo el segmento de población con mayor renta. Son las principales conclusiones del informe ¿Cómo afectará del control del precio de los alquileres a los caseros? elaborado por Miguel Martínez, catedrático de sociología en la Universidad de Uppsala (Suecia), Lorenzo Vidal, investigador postdoctoral en la misma universidad y Javier Gil, investigador postdoctoral en materia de vivienda en la Universidad de las Islas Baleares (UIB).

Utilizando datos de la Encuesta de Condiciones de Vida que publica el INE, los investigadores extraen las rentas medias y medianas de cada tipo de hogar —casero, inquilino y propietario que no percibe rentas del alquiler— para analizar cómo se distribuyen y en qué parte de la escalera social se sitúa cada uno. Los hogares caseros (que reciben ingresos por alquiler) tienen una renta media de 46.725 euros anuales, frente a los inquilinos, cuya renta media se sitúa en 22.183 euros.

Visto de otro modo: la mayoría de caseros están entre los hogares más ricos de España, mientras que la mayoría de inquilinos están entre los más pobres. Más de la mitad de los hogares caseros tienen rentas por encima de 40.000 euros anuales. Y casi el 40% de inquilinos está por debajo de 15.000 euros anuales.

Los autores reconocen que los datos de esta encuesta no son perfectos —por ejemplo: los ingresos por alquiler que reciben los caseros incluyen también garajes o solares, y solo se tienen en cuenta las viviendas alquiladas, no su patrimonio en forma de segundas o terceras residencias— y que la desigualdad real podría ser mucho más acentuada.

El informe, publicado en colaboración con La Hidra Cooperativa, "parte de un artículo académico más amplio que estamos redactando en el que intentamos analizar los discursos que se repiten continuamente para frenar avances legislativos que beneficien a los inquilinos", explican a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica. "Hay tres discursos principales: uno, que son medidas contraproducentes porque al final los caseros retirarían sus viviendas del mercado. Otro, que estas medidas violan el derecho a la propiedad privada. Y el tercero, el del casero vulnerable. Es una idea que queda reflejada no solo en la prensa, también en debates parlamentarios y textos legales".

Por "casero vulnerable" los autores se refieren a la figura del "casero que complementa su pensión" o que "necesita cobrar el alquiler para vivir". Y para demostrar hasta qué punto ha permeado el concepto, remiten al decreto de medidas urgentes por la pandemia que publicó el Gobierno el 31 de marzo de 2020, que entre otras cosas establecía moratorias en los pagos del alquiler.

Sobre la base de que "el 85 % de los arrendamientos de vivienda el propietario es una persona física, pequeño propietario", el Gobierno creaba medidas para proteger a los "colectivos más vulnerables" (inquilinos) pero garantizando "un equilibrio" que impidiera que "la vulnerabilidad de los arrendatarios sea trasladada a los arrendadores, especialmente a aquellos para los que los ingresos generados por la renta del alquiler pueden ser esenciales".

"El tópico al que más se recurre es el de la persona jubilada que complementa su modesta pensión con rentas del alquiler", escriben. "En consecuencia, el debate ha continuado con la distinción entre 'grandes' y 'pequeños' tenedores para limitar la regulación de los alquileres afectando solo a los primeros. Sin embargo, con los datos disponibles, se concluye que los caseros son una minoría relativamente acaudalada de la población y que la figura del 'casero vulnerable' es residual".

Pocos y con ingresos altos

Antes de entrar en quiénes son y cuánto dinero tienen los caseros, los investigadores tratan de dilucidar cuántos hay. En España hay, según datos de la Agencia Tributaria, unos dos millones de viviendas alquiladas. Lo que no hay son datos sobre la estructura de la propiedad, es decir: cuántas viviendas alquila cada casero. La mejor aproximación es la del Observatorio Metropolitano de Vivienda de Barcelona (OHMB), que en un estudio detallado sobre el tema concluyó que el 36% de los pisos de alquiler en Barcelona pertenecían a grandes propietarios.

Según estos datos, la mayoría de propietarios (79%) solo tienen una vivienda en alquiler, pero la minoría restante (21%) acumula el 60% del parque total. No hay datos similares para el resto de España, aunque a partir de encuestas del CIS y de datos de Hacienda se puede concluir que los caseros son una minoría de la población. "Entre el 3% y el 9% de los hogares", apuntan los autores. Por dar otro dato: el número de contribuyentes que se beneficia de la bonificación fiscal por poner una vivienda en alquiler es de 1,3 millones, apenas el 6,8% del total.

"Lo primero que intentamos es desmentir el concepto de 'particulares'. Está cargado de connotaciones. Si te dejas llevar por los discursos políticos y de los medios, parece que los caseros son gente como tú: que también está en una situación económica precaria y que necesita el alquiler para llegar a fin de mes. En todo caso, las personas vulnerables son los inquilinos y el mercado del alquiler es una fuente de desigualdad", continúan.

Los caseros, como apuntaba el investigador Carlos Delclós en una entrevista en este medio, no se hacen superricos con el alquiler. Pero los ingresos extra que reciben son suficientes para dar un salto de clase. "Depende de cómo interpretes rico y pobre. Pero la diferencia entre rentas medias de caseros e inquilinos es considerable. No son capitalistas con puro y sombrero, pero sí el doble de ricos que las personas que les pagan el alquiler", dice Vidal.

Según los datos extraídos, solo un 6,5% de los hogares caseros estaría en riesgo de pobreza, frente al 36% de los hogares inquilinos. "Esta cifra representa un mero 0,6% sobre el total de hogares de todo el país", apuntan.

Preguntados por si la edad influye en esta desigualdad, los investigadores responden que sí. "Es una mezcla de edad y clase. Hay un factor temporal de cómo se consiguió este patrimonio y de qué gente pudo conseguirlo. Durante años se ha promovido la propiedad, tanto por la vía de subvenciones directas e indirectas como por un contexto macroeconómico favorable. La crisis de 2008 marcó un cambio de dinámica y las generaciones posteriores lo han tenido más difícil", continúa Vidal. "Está la dimensión de edad, pero no se puede desligar de la cuestión de clase ni de la cuestión migratoria", añade Martínez.

La ley de vivienda

Estudiar quiénes son los "pequeños propietarios" y qué rentas manejan permite a los investigadores concluir que apenas existen "caseros vulnerables" y que los caseros no dependen de sus alquileres para vivir.

Por ello, entienden que "para que haya una regulación de precios efectiva tiene que ser para todo el stock de vivienda". El anteproyecto actual solo aplica límites de precios a los grandes propietarios (más de diez viviendas en alquiler). "Además, si distingues entre grandes y pequeños, abres la veda a todo tipo de picarescas. No hay ninguna regulación de alquileres en el mundo que distinga entre grandes y pequeños. Es un producto realmente ibérico, muy ligado a la historia local", matizan.

¿Por qué, entonces, si los caseros no son tantos ni son en absoluto pobres el Gobierno les intenta proteger? La respuesta, consideran los autores, está en la cultura. "Al haberse promocionado tanto la cultura de la propiedad, se genera algún tipo de empatía social hacia el casero aunque tú no lo seas. Porque quizá tengas una segunda residencia, o algo en el pueblo, a la que alguna vez has pensado en sacar rentabilidad...", concluyen. "Con esta cultura se amplifica la visión del mundo del casero. Pero la realidad es que, en porcentaje, son muchos menos de los que se cree".