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Terremoto en Turquía y Siria

Impotencia desde la distancia: "No puedo volver a Siria ni pagándome el viaje"

Ciudadanos turcos y sirios viven pegados al teléfono a la espera de novedades sobre una situación que no mejora

Liam y Yusef ya se están movilizando para hacer llegar toda la ayuda posible a Turquía y Siria. Gabi Orte Chilindrón

Yusef Shahibar fue en 2016 el primer refugiado sirio que llegó a Zaragoza. Hoy recuerda aquello mientras mira, constantemente, su teléfono para intentar saber algo más de lo que pasa en Siria y Turquía.

"Siria es muerte", resume Shahibar, que lamenta todas las cuestiones que siguen afectando a su país: "Hemos sufrido durante mucho tiempo la guerra y ahora el país estaba un poco mejor, pero llega este terremoto y do vuelve para abajo". Consciente de todos los problemas que se suceden en su nación, Shahibar considera que "vivir es imposible y temo que los que no iban a morir por la guerra mueran ahora por este desastre". 

Desde Syriana, uno de sus restaurantes en Zaragoza, este joven no se despega del teléfono: "No tenemos cobertura, me tengo que enterar de lo que pasa por los medios de comunicación y por los vídeos que puedo encontrar en redes sociales". Pese a las dificultades, hoy sabe que gran parte de su familia está en el hospital, en una situación crítica. 

Desde que el terremoto estalló, Yusef busca una forma de brindar ayuda. La primera, ir allí como voluntario, no es posible: "Tengo todavía el permiso de refugiado y no puedo salir de España. Me fastidia porque pagaría yo el viaje, pero no puedo ir".

Ante eso ha desarrollado junto a otros compañeros Ayuda a los Refugiados en Zaragoza, una plataforma que funciona desde hace siete años y ahora destinará sus recursos a Siria y Turquía. "Pedimos ayuda, de cualquier tipo, alimentos y lo que sea para que mejoren esas condiciones". Como llevan haciendo desde su apertura en Syriana, el 5% de los ingresos del restaurante también se destinarán a los refugiados en la zona. 

Ceren Gergeroglu es turca y se encuentra ahora mismo en Colombia, en un plan de cooperación dentro de la Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS), que preside. «Es muy duro y cuando trabajas en la cooperación entiendes todo lo que se viene», comenta Gergeroglu. 

Le cuesta encontrar cobertura, no puede atender el teléfono todo lo que le gustaría y apenas pueda contestar a los mensajes. "Se junta todo, los fallos en la comunicación y la diferencia horario, de ocho horas", resume la presidenta de FAS, que pese a todo no deja de informarse sobre lo que pasa en su país natal. 

¿Cómo se siente? "Lo verdaderamente complejo es el no estar seguro de nada, el no poder aparecer en la puerta de tus seres queridos para comprobar que están bien y depender de que el teléfono quiera sonar". 

Pese a su atención, el segundo pensamiento que se cruza por su cabeza es de culpa. Para Gergeroglu, las cosas comunes del día a día, "como tomarse un café", le hacen reflexionar sobre cómo todo puede cambiar en un instante: "Piensas en ellos y te planteas todo, porque cualquier cosa que haces la sientes como un lujo".

"Es un alivio poder organizar este tipo de movimientos y aportar nuestro grano de arena", comenta la presidenta de la FAS, en referencia a las asociaciones que se están movilizando desde Aragón para hacer llegar ayuda humanitaria a las zonas más afectadas. 

Yusef y Ceren seguirán yéndose a dormir tarde, buscando por internet una pista más sobre la situación en sus países. Desde la distancia se sufre, pero solo quieren dejar clara una cosa: "Debemos tener empatía con todos los afectados y trabajar juntos para hacer llegar la mayor ayuda a Turquía y Siria".

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