Los mallorquines llevan toda la vida partiendo la famosas galletas de Inca o galletas d'oli con los dientes o con la ayuda de un cuchillo, desde que la familia Domènech empezó a fabricarlas en el horno Can Guixe de Inca en el lejano 1853. Y años después, tras la Guerra Civil, a partir de 1940, desde que la propiedad empezó a popularizarlas en la isla y más allá de sus fronteras con la puesta en marcha de su primera fábrica de Quely situada junto a la estación de ferrocarril de capital del Raiguer, con su perfecta combinación de trigo, levadura, aceite de oliva y sal marina.

Sin embargo, Quely ofrece ahora una novedosa ayuda a su fiel clientela. Ayer presentó en sus redes sociales el abrequelys, un invento para resolver la cuestión de una forma más acorde con los tiempos. El ingenio no es más que un cajetín de plástico con una ranura en su interior que, introduciendo la galleta, permite al consumidor partirla en dos mitades exactas con un pequeño golpe seco y de una forma muy sencilla.

Una solución más práctica e higiénica a la hora de servir las galletas en un aperitivo o merienda untadas con sobrassada, paté o cualquier otro ingrediente añadido. Otra cosa muy distinta es que el ingenio acaba con una tradición de partir las galletas con los dientes.

Las galletas de Inca de la familia Domènech se conviertieron en Quely por la admiración que los fundadores sentían por la actriz norteamericana Grace Kelly. La marca se conviertió en 1970 en sociedad anónima. Y hoy en día, 150 años después de su nacimiento artesanal, cuentas con numerosas referencias en el mercado y una distribución nacional e internacional, siempre bajo capital cien por cien mallorquiín.