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Entrevista

Andrea Isasi: "La mayoría de relaciones heteronormativas son de una actriz de 20 años con un señor de 45"

La directora de casting y coordinadora de intimidad asegura que “lo artístico se puede resolver, pero abrir una herida y generar un trauma es de por vida"

Andrea Isasi Vera. Cedida

u currículo combina la formación artística y creativa con la terapéutica. Además de actriz y docente, Andrea Isasi es directora de casting y ha trabajado con directores como Daniel Sánchez Arévalo o Yolanda Centeno, además de coordinar la intimidad de rodajes para Netflix. En esta faceta profesional hace tándem con Maitane San Nicolás, con la que también ha colaborado en sus proyectos para Amazon. De madre viguesa, se trasladó desde Madrid al Val Miñor hace dos años. Y la próxima semana llevará a cabo en la ESAD el primer taller de coordinación de intimidad en una escuela de arte dramático en España.

¿De dónde surge la idea de este taller que convierte a la ESAD en pionera?

Las escuelas de arte dramático son lugares a los que llegas con 19 y 20 años abierta y abierto a todo, dispuesto a comerte el mundo y ávido de conocimiento. Pero también son espacios de vulnerabilidad porque hay muchas dinámicas de poder y, por tanto, son necesarios protocolos de consentimiento. Es importante que los alumnos conecten con sus necesidades y fijen sus límites y queremos aportarles estas herramientas, que en realidad son herramientas para la vida, y también que conozcan la figura de coordinador de intimidad que se van a encontrar como futuros actores y actrices. Y una escuela en la que además se han denunciado situaciones de abuso pensamos que era algo fundamental.

Que conozcan sus derechos desde la escuela es vital para su futura carrera, sobre todo, en el comienzo.

Porque un director o directora le pida que muestre los pechos en una escena no tiene que dar por hecho que debe ser así. Ahora existe la figura del coordinador de intimidad y hay situaciones que siguen pasando un poquitín menos, pero siguen ocurriendo. Un actor o actriz está en mucha vulnerabilidad y es muy difícil decir que no a un director o directora. Imagínate si además es importantísimo y tú eres el protagonista. El coordinador aparece profesionalmente en todas las escenas de intimidad, desde besos o caricias, a las de sexo simulado, donde hay coitos, violaciones o situaciones agresivas. Y su trabajo es la creación de un protocolo de consentimiento en el que se establecen las necesidades y límites del actor o la actriz. La importancia de llevar esto a las escuelas es que crear un protocolo objetiviza el abuso y las situaciones de acoso. Son espacios de mucha vulnerabilidad física y por ende emocional. Tú puedes sentirte agobiada, inquieta y acosada, pero igual la persona que está a tu lado no lo ve así. Sin embargo, en el momento en que hay un protocolo y alguien lo rompe sin consentimiento todos lo ven de forma objetiva. En las series, por ejemplo, es habitual que se establezca que no haya contacto físico entre directores y actores.

¿Cuál es el proceso de elaboración de estos protocolos?

En la ESAD vamos a ser pioneros con un protocolo que he elaborado. En las series nos llaman cuando ya detectan escenas de intimidad en los guiones. Acabo de hacer la coordinación de “Sagrada familia” (Netflix) y, primero, te reúnes con el director para conocer su visión de la escena. Después lo hago con los actores implicados por separado. Es un proceso que baso mucho en la comunicación no violenta y en el que les ayudo a contactar con sus necesidades, que no pasen por encima porque todo va muy rápido. Y, a partir de ahí, establecer claramente unos límites. Hay un protocolo de colores para indicar qué zonas se pueden tocar o mostrar o no. Cada uno establece los suyos. Por lo que sea. Todos son absolutamente respetables. Vivimos en una sociedad patriarcal y todas, en mayor o menor medida, hemos sufrido acoso por el hecho de ser mujeres. Una situación de sexo simulado en la que se traspasan los límites puede reabrir una herida o retraumatizar. La realidad es que la mayoría de relaciones heteronormativas son de una actriz de 20 años con un señor de 45. Evidentemente, una actriz que empieza a la que le han dado un papel precioso tiene un sí bastante grande a todo. No tiene las mismas herramientas que otra de 45 años.

Y tiene que luchar además con la idea de que si no lo hace es que no es buena actriz.

Bajo el rol de coordinador de intimidad hay todo un lastre sociocultural. En todas las escuelas ha habido un profesor que se toma la licencia de decir a las alumnas, desde su posición de poder, que desnudarse es lo normal y lo establece como creencia. Y la que no pasa por eso empieza a ser la frígida o la rarita, ya no es guay. Ahí empieza todo. Y además lo que vivimos ahora no tiene nada que ver con lo de hace quince ni siquiera diez años. Yo me licencié en 2003 y entonces el cuerpo desnudo era una manera de reivindicación, de rebeldía. Eso ya fue moderno. Ahora es distinto.

Estudiantes en la Escuela de Arte Dramático de Galicia (ESAD), en Navia. Marta G. Brea

La figura de coordinador de intimidad es muy reciente en España, ¿cómo está siendo recibida?

Nace en EE UU a raíz del movimiento Time’s Up y del Me Too. Allí leva unos 8 años, en Inglaterra unos 4, y en España como año y medio. Somos muy pocos porque hace falta unas herramientas y una formación y yo creo que soy la única directora de casting que trabaja en esto. Por mi experiencia, en general, la acogida es muy buena. Los equipos de rodaje de las series son amplísimos y hay un cuidado y un respeto maravillosos. La realidad social es que quienes sufrimos más acoso somos nosotras, con lo cual en los equipos, donde cada vez hay más mujeres profesionales, hay una empatía con la vulnerabilidad del trabajo actoral. Hay directores a los que les cuesta porque creen que afecta a la parte creativa, pero no es así. Lo artístico se puede resolver de muchas maneras, pero abrir una herida y generar un trauma a una actriz de 20 años es de por vida. Y eso es lo que yo quiero cuidar, que los actores y actrices sepan poner sus límites y que eso esté amparado por todo el equipo.

La existencia de este rol responde a la pura lógica. En los últimos tiempos son muchas las actrices que han relatado experiencias en sus inicios relacionadas con el rodaje de escenas de sexo en platós llenos de hombres.

Lo soportaron a costa de mucho trauma y de pagarse procesos terapéuticos. Y gracias a estos movimientos se han empezado a contar. Maria Schneider sufrió una violación en “El último tango en París” y no pudo denunciarlo hasta años después. Ha habido muchas situaciones de vulnerabilidad y abuso en películas que hemos visto y que ni nos imaginábamos. La labor de coordinación también incluye la parte de coreografiar las escenas de sexo simulado y evitar el contacto con los genitales de otra persona. Es increíble que no llevemos ya veinte años con esto pero tiene mucho que ver con la sociedad en la que vivimos. Hay profesiones que implican mayor vulnerabilidad, pero en cualquier sector son necesarios los consentimientos.

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