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Fiesta sin riesgo

Nochevieja 2022: los médicos piden más segundos entre campanadas para evitar atragantamientos

Los otorrinolaringólogos recuerdan que las uvas tienen el tamaño perfecto para obstruir las vías aéreas, especialmente si se ingieren con prisa | Los menores de 5 años no deberían tomar esa fruta para evitar riesgos

Un niño se lleva una uva a la boca. David Castro

Tomar las 12 uvas de Nochevieja en solo 36 segundos no es cuestión de buena suerte. Más bien, supone comprar papeletas para un atragantamiento que puede acabar, incluso, con la muerte. La comunidad médica tiene un claro objetivo: conseguir que las autoridades concedan más segundos entre campanada y campanada. Unos cinco en lugar de tres. Aseguran que cinco segundos es también poco tiempo, pero, al menos, es más que tres.

La alerta de los otorrinolaringólogos no es ninguna broma. Los atragantamientos están entre las tres primeras causas de muerte no natural. Es la primera causa entre los pacientes de enfermedades neurodegenerativas. En menores de 5 años, comer uvas es la tercera causa de asfixia.

Hace unos años, la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) lanzó en una plataforma 'online' una campaña para pedir el aumento de los segundos entre campanada y campanada, y así dar más tiempo a la gente y evitar riesgos.

La SEORL, año tras año, mantiene viva la petición. “Ojalá tuviéramos tanta influencia como para que los políticos nos escuchen”, explica Pedro Cabrera, otorrinolaringólogo y vocal de la sociedad. El médico admite que, en su casa, se toman las uvas. Pero sin prisas. Cada comensal las ingiere en el tiempo que quiere y todos se las acaban segundos (más bien, minutos) después de entrar en el nuevo año. Las uvas de Nochevieja, que se toman en España desde el siglo XIX, también se han extendido a América Latina. 

Conscientes de las escasas posibilidades que tienen para que las autoridades ‘frenen’ el reloj de la Puerta del Sol, los facultativos sí que se dirigen a la población en general para recordarles que se puede cumplir con la tradición de las uvas, pero evitando riesgos. ¿Cómo? Huyendo de las prisas, haciendo caso omiso de las campanadas, y, sobre todo, masticando muy bien la fruta.

Un niño fallecido

En la Nochevieja de 2019, un niño de 3 años falleció en Gijón después de atragantarse con las uvas. Todas las guías de primeros auxilios advierten de que los menores de 5 años no deberían tomar esta fruta, lo mismo que ocurre con otro tipo de alimentos, como los frutos secos, las aceitunas, las salchichas y las palomitas. “Tienen el tamaño perfecto para obstruir la vía aérea”, destaca el doctor Cabrera.

Al contrario de lo que sucedía años atrás, la variedad de uvas que ahora mismo rebosan en todos los puestos de fruta de los mercados y supermercados carecen de pepitas, pero tienen un tamaño bastante grande y su pellejo es duro. Siempre puede haber soluciones de última hora. Por ejemplo, partirlas en trozos más pequeños o sustituirlas por pasas.

Bomba de relojería

La uva es un alimento peligroso por su tamaño, forma y consistencia (sólida y líquida al mismo tiempo). Si a eso le añadimos las prisas con las que las tomamos en fin de año, la cantidad de gente que hay a nuestro alrededor, las risas y lo mucho que hablamos, la uva se convierte en una bomba de relojería.

Los médicos ponen el límite de edad en los 5 años, pero su alerta está dirigida a toda la población. Especialmente, a los mayores de 65 o las personas con algún problema médico. Por ejemplo, carecer de alguna pieza dental o de toda la dentadura, así como sufrir disfagia, una alteración que dificulta el transporte de los alimentos hasta el estómago.

“Nochevieja es una fiesta. Y eso hace que estamos hablando con mucha gente, muy distraídos, riéndonos y en una mala postura. Todo eso hace que disminuya la seguridad mientras comemos” Pedro Cabrera, otorrinolaringólogo

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La advertencia se extiende, en todo caso, a las personas perfectamente sanas. “Nochevieja es una fiesta. Y eso hace que estamos hablando con mucha gente, muy distraídos, riéndonos y en una mala postura. Todo eso hace que disminuya la seguridad mientras comemos”, resume el especialista, que trabaja en el Hospital de Arganda del Rey (Madrid).

Un niño de ocho años, con un racimo de uvas. David Castro

Qué hacer

En caso de que algún comensal se atasque con las uvas, la primera reacción debe ser no entrar en pánico. Toser es un mecanismo de defensa del propio organismo, así que hay que animar a toser a la persona afectada para que consiga expulsar el alimento.

En casos de atragantamientos más severos, lo previsible es que la persona afectada se lleve las manos al cuello. Aquí se impone practicar la maniobra de Heimlich. “Es sencilla, pero hay que saber hacerla”, recuerda el vocal de la sociedad médica. 

La maniobra consiste en ponerse de pie, detrás del atragantado, y abrazarle colocando las manos a la altura de la boca del estómago. Hay que coger un puño con la otra mano y hacer compresiones abdominales, dosificando la intensidad según el caso, que le ayuden a expulsar el cuerpo extraño.

Masaje y boca a boca

En el caso de los niños muy pequeños, la maniobra consiste en ponerle boca abajo y dar pequeños golpecitos. El doctor Cabrera recomienda que, mientras que una persona está realizando la maniobra, otra puede llamar al 112 para ganar tiempo.

Si el atragantado pierde la consciencia, la SEORL recomienda abrir sus vías respiratorias y comenzar las maniobras de reanimación: pon tus manos entrelazadas y colócalas en el pecho de la víctima. Empieza a dar compresiones torácicas. No pares de hacerlo. Unas cien por minuto. Es la manera de bombear el corazón y hacer que el oxígeno llegue al cerebro. El ciclo debe ser de 30 masajes cardiacos cada 2 boca a boca durante un minuto, hasta que la ayuda profesional llegue.

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