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ERUPCIÓN EN LA PALMA | UN AÑO DEL ‘APAGÓN’ DEL VOLCÁN

Aniversario del fin de la erupción del volcán de La Palma: un año sin lava, un año de más incertidumbre

Los afectados directos por la erupción sufren distintas vicisitudes y reclaman la llegada de muchas de las ayudas

Jésica Díaz, vecina que no puede retornar a La Bombilla.

No fue hasta el 25 de diciembre cuando los científicos dieron por terminada la erupción de Tajogaite de forma oficial. Pero el último día que protagonizaron la lava, las explosiones y las emisiones de gases fue el 13 de diciembre de 2021. Fueron 85 días de miedo e incertidumbre que, en la mayoría de los casos, son sensaciones que continúan hoy. Los afectados por el volcán tomaron distintos caminos para intentar salir adelante. Lo hacen sin las ayudas comprometidas por las distintas administraciones, según los colectivos que los representan.

Para muchos, el año transcurrido ha sido más duro que el periodo de la emergencia. La ausencia de respuestas a sus muchas preguntas les causa mucha más incertidumbre y pesar. Ese es el principal caballo de batalla de más de una decena de asociaciones, plataformas y colectivos vecinales que aglutinan a los más de 7.000 evacuados y afectados directos por la erupción que, un año después, siguen padeciendo algunos de los problemas que comenzaron el 19 de septiembre de 2021.

Muchos retornaron a sus casas, aquellas que no quedaron sepultadas bajo decenas de metros de material volcánico; otros lo perdieron todo, de forma especial aquellos que tuvieron que salir con lo puesto aquella tarde de domingo. También están los que aún viven sin saber cuándo podrán retornar a sus viviendas, para los que no hay una solución clara. Estos son los más de 1.500 habitantes de Puerto de Naos y La Bombilla. A centenares de metros al sur de las coladas y de las fajanas, en los dos barrios el Tajogaite sigue emitiendo gases letales, según los científicos. Los afectados creen que es una excusa para impedir la recuperación de esos núcleos costeros.

Gregorio Cordovez y su familia y celebrando la colocación del último bloque de una pared de su nueva casa.

Reclamación judicial.

Los colectivos de afectados reivindican conocer los debates y acuerdos del Pevolca durante los días previos a la erupción. Para ellos, conocer esos detalles ayudaría a prosperar las demandas interpuestas por responsabilidad patrimonial contra las administraciones que gestionaron la emergencia. Consideran que incumplieron su deber legal de advertir con suficiente antelación y claridad del creciente riesgo de un fenómeno catastrófico, lo que impidió que los damnificados tomaran decisiones preventivas, incluida la suscripción de un seguro o mejorar el que tuviera contratado e, incluso, decidir si construían o no en esa zona.

Argumentan en la reclamación patrimonial que no se tuvieron en cuenta ninguno de los riesgos de la zona y que no se adoptó ninguna medida de protección y de seguridad frente a los mismos. «Los riesgos fueron minimizados, e incluso ocultados», consideran.

13


de diciembre


  • El segundo lunes del mes de diciembre de 2021 fue cuando el volcán Tajogaite dejó de emitir lava. Ese día se considera que cesó la actividad que tanto daño causó en la Isla.

Las reclamaciones están dirigidas a los gobiernos estatal y canario, al Cabildo palmero y a los ayuntamientos de El Paso, Los Llanos de Aridane, Tazacorte y Fuencaliente. De su presentación informó la Iniciativa de Apoyo a los Afectados. Con la reclamación patrimonial buscan una indemnización que, cuanto menos, iguale el valor de los bienes inmuebles perdidos, descontando las indemnizaciones del Consorcio de Seguros y/o ayudas por vivienda habitual ya recibidas del Estado.

Gases mortales.

Los efectos del volcán aún no tienen fecha de caducidad para los vecinos de Puerto de Naos y La Bombilla. La emanación de gases hace que estén lejos de poder retornar a sus viviendas. Ellos, más de 1.500 afectados, se sienten en «desamparo absoluto». Para defender sus intereses, la vuelta al hogar como prioridad, crearon la Plataforma Jaraco. La inactividad de estas dos importantes zonas turísticas genera importantes pérdidas económicas al tejido productivo insular. Esta Plataforma, cuya presidenta es Conchi Jaén, denuncia «desamparo de las administraciones, falta de información, carencia de humanidad y mentiras sucesivas sobre la realidad de estos gases». No hay reparo en exponer que «si esto fuera cierto, los gases letales habrían matado a todo el personal y al resto que circulan, como si fueran propietarios, por nuestras calles y viviendas».

Jaén denuncia de que a los vecinos no se les permite entrar con un perito para valorar el daño de sus propiedades y que se les amenaza con un arresto policial, pero sí puede acceder personal de limpieza «sin camisetas ni mascarillas». Ninguna de estas personas es sometida a estudios médicos «ante tanta letalidad del dióxido de carbono difundida por los que gestionan y algunos medios de comunicación».

Las dudas crecen porque, asegura esta plataforma, «se otorga un código QR para acceder cuando el Cabildo quiere». Las quejas persisten, como que el tiempo mínimo es insuficiente para las tareas de limpieza, que no les facilitan el agua solicitada, que se sienten manipulados por los técnicos encargados... «Vulneran un derecho constitucional», denuncian.

Altas temperaturas.

Aunque ha pasado un año desde el fin de la erupción, en las cercanías del cono la temperatura alcanza los 1.000 grados centígrados y en cotas más bajas supera los 300. Es una de las principales dificultades en la tarea de recuperar espacios sobre las coladas y para los operarios que trabajan en los trazados de las nuevas carreteras.

Una de las imágenes más llamativas que dejó la reciente tormenta en La Palma fue la de enormes columnas de vapor de agua que emergían de las coladas al contacto de la lluvia, un fenómeno que recuerda que solo ha pasado un año de la erupción. De hecho, este vapor obligó a cerrar, por primera vez desde su apertura, la vía que une La Laguna y Las Norias a causa de la escasa visibilidad.

Vencer a las coladas.

El principal triunfo contra la devastación que causó Tajogaite es la recuperación de caminos y comunicaciones sobre las coladas. Tan solo 48 horas después de decretarse el fin de la erupción, las maquinarias se tornaron en protagonistas comenzando a abrir senderos sobre la negrura del material volcánico. El trabajo para recuperar carreteras y caminos ya permite disponer de 7,5 kilómetros de vía, facilitando el acceso a núcleos de viviendas aisladas por la erupción.

La carretera de La Laguna a Las Norias es el mejor ejemplo. Una vía que serpentea entre la colada durante 3.200 metros para recuperar la conexión entre el norte y el sur de la Isla. El trazado atraviesa terrenos en los que hasta hace un año se alzaron casas o invernaderos, hoy engullidos por el magma. Ya son más de 5.000 coches los que diariamente circulan por ella y sus usuarios reducen a 25 minutos un trayecto que la erupción les obligó a recorrer en más de hora y media.

Son cuatro kilómetros de la red insular de carreteras las habilitadas sobre las coladas de Tajogaite. Además de la vía entre La Laguna y Las Norias (LP-213), figura un tramo de la LP–211, de Todoque, y de la LP–215, de Tazacorte.

1.500


habitantes


  • Transcurrido un año desde el fin de la erupción, los más de 1.500 vecinos de Puerto de Naos y La Bombilla no han podido regresar a sus casas debido a la emisión de gases nocivos.

En este tiempo, también se ha intervenido en más de una decena de caminos municipales posibilitando con ello la recuperación de dos centenares de casas que permanecen intactas, la comunicación terrestre y restablecer 3,5 kilómetros de caminos sepultados a su cota original.

La otra intervención importante respecto a las vías es la de la carretera de La Costa. Su ejecución marcha más lentamente. Su trazado ha tenido que salvar dificultades, como el hecho de que el primer proyecto obligaba a realizar expropiaciones a vecinos de Tazacorte. Una vez resuelto, prosiguen los trabajos para crear otra ruta en la comunicación de las dos zonas de la Isla separadas por las coladas del Tajogaite.

La emergencia habitacional.

Uno de los grandes fracasos de este proceso de recuperación de la Isla está siendo la solución habitacional para quienes lo perdieron todo. Fueron 1.345 las viviendas que desaparecieron bajo la lava y la necesidad para otras tantas familias de encontrar una nueva oportunidad. Más de un año ha transcurrido desde que fueron evacuados de una casa a la que nunca volverán. Muchos buscaron una solución por su cuenta. Otros, incluso, han reiniciado su vida con un nuevo proyecto constructivo, pero también los hay que siguen alojados en hoteles a la espera de tener una vivienda en la que pasar su futuro.

Hasta el momento, las últimas entregadas a los afectados fueron las 44 viviendas modulares, que se sumaron a otras cinco de madera recibidas por los vecinos en abril, mientras se trabaja en otras 77 casas prefabricadas cuyo montaje está terminando tanto en Los Llanos de Aridane como en El Paso. De esta forma, se completarán las 126 casas modulares adquiridas por el Gobierno de Canarias para las familias que perdieron sus hogares a causa del volcán.

En ese marco, se han adquirido y entregado otras 140 viviendas en los municipios de Tazacorte, Fuencaliente, Los Llanos de Aridane y El Paso. Visocan se encuentra realizando obras de acondicionamiento de un edificio recién adquirido en Breña Baja para dar respuesta a otras 40 familias, que dispondrán de pisos que recibirán próximamente. Con todo ello, los afectados contarán con 301 viviendas, una cifra a todas luces insuficiente.

"Aunque no sea mi casa terrera, me da mucha felicidad esta nueva casa que tengo"

Nieves Julia - Afectada

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Un ejemplo positivo.

Entre las afortunadas está María de las Nieves Julia. Doña Nieves perdió su vivienda en los primeros días del volcán. Hasta ahora vivía en el Barrial, en El Paso, una zona mucho más fría que le causaba algún sufrimiento. No perdía la ilusión de tener algún día una nueva casa donde «volver a vivir». Reconocía que «aunque no sea mi casa terrera, me da mucha felicidad la nueva casa que tengo». Esa morada, una casa prefabricada, le permite tener vistas hacia el pico Bejenado. Todo ello hace que doña Nieves siga mirando al futuro «con la esperanza de tener un nuevo hogar».

Al otro lado, aún quedan muchos afectados que se enfrentan al déficit que padece la bolsa de viviendas de la Isla, el principal impedimento al que se enfrentan las administraciones. Ni siquiera los casos de solares puestos a disposición para iniciar la construcción de nuevos edificios –que permanecen a la esperan de que se tome una decisión– resuelve la situación.

Siguen en hoteles.

En ella están 162 personas damnificadas por el volcán Tajogaite que permanecen en tres instalaciones hoteleras. De ellas, casi un centenar son vecinos de Puerto de Naos y La Bombilla, afectados por las emisiones de gases. Los gastos de alojamiento y manutención están siendo abonados por el Cabildo de La Palma. El gasto por estos conceptos asciende a casi seis millones de euros desde que comenzó el periodo de recuperación.

Fue el pasado mes de febrero cuando la Corporación insular palmera se hizo cargo de la gestión de las personas desplazadas en hoteles. Para ello se constituyó un equipo técnico de intervención –que cuenta con la colaboración de los ayuntamientos afectados y el Gobierno de Canarias–, que se encarga de la atención de las 494 personas que había en ese momento inicial, que se redujo a 162 distribuidas en 103 unidades familiares. De ellas, 67 corresponden a familias unipersonales, 23 cuentan con dos miembros, cinco se corresponden con familias de tres personas, seis tienen cuatro y hay dos familias con cinco integrantes. A ello se suman las 99 las personas alojadas en hoteles evacuadas de sus casas en Puerto de Naos y La Bombilla, a causa de los gases nocivos.

En el descenso del número de personas alojadas en los hoteles tiene que ver la apertura de nuevas zonas para que se produzca el retorno a sus domicilios, así como la implantación de ayudas al alquiler, lo que abre las puertas a los beneficiarios de un nuevo comienzo.

Los animales.

Entre quienes no pueden regresar a su casa en La Bombilla está Jésica Díaz. Al menos, ha conseguido cambiar su caravana, en la que permaneció durante la erupción y los meses posteriores, por un piso en régimen de alquiler Los Llanos de Aridane. Casi un producto de lujo en este tiempo en la Isla, en la que la falta de oferta ha hecho que se multipliquen los precios.

Esta afectada, junto a su familia y varios perros, no pudo acceder a una plaza en un hotel al no querer deshacerse de sus mascotas o entregarlas en uno de los albergues temporales habilitados. Pero todo ello no evitó que siguiera desarrollando una de sus principales aficiones, junto al automovilismo, ya que Jésica es apicultora, reconocida en certámenes regionales por la calidad de las mieles que producen sus abejas. Junto a su padre, Isidro Díaz, y Guillermo Hernández, gestionan colmenares repartidos por toda la Isla para producir miel que comercializan bajo la marca Tagoja, muy apreciada en La Palma.

Ella también trabaja día a día para recuperar la afección que sufrieron sus animales, especialmente sus colmenas, muy perjudicadas por la ceniza y los gases. La docena que tiene en el barrio de Los Charcos (Fuencaliente), así como el centenar que su padre posee en plena zona de exclusión de Las Manchas han tenido que ser trasladadas a colmenares más lejanos, lo que permítela supervivencia de sus animales.

Nueva construcción

Entre los afectados por el volcán Tajogaite los hay que han sabido aprovechar los cambios normativos para construir su nueva morada en terrenos que, hasta antes de la erupción, tenían algún tipo de protección territorial. Ahora, se les permite solicitar licencia y, con las ayudas recibidas, reiniciar su proyecto de vida construyendo una nueva vivienda. Eso es lo que hace aún Gregorio Cordovez y su familia. Goyo, como es conocido en el ámbito musical de la Isla, protagoniza una de los miles de historias del volcán. Procedente del barrio de La Laguna, Goyo, su mujer y su hijo llevan separados desde el 19 de septiembre de 2021 ante la imposibilidad de encontrar un lugar en el que permanecer juntos. La familia está integrada por cuatro personas, en las que además de Goyo y su mujer, Yoli, convivían su hijo David y la pareja de este. Desde que comenzó la erupción, la familia se tuvo que separar.

Goyo fue a una casa de sus familiares, donde sigue ocupando una habitación, y su mujer y su hijo tuvieron que marcharse a casas similares. Esa situación se mantiene hasta hoy, «que seguimos igual», reuniéndose en lugares públicos, se lamenta. Su suerte, destaca Goyo, es que siguen juntos, viéndose todas las mañanas en la concurrida Plaza de España del centro de Los Llanos de Aridane, compartiendo un café alrededor de una mesa o, simplemente, manteniendo una charla. Así y ahí se les puede ver todos los días, convirtiéndose en parte del paisaje de la ciudad.

La lava del Tajogaite llegó a su casa después de muchos días de incertidumbre, días en los que, incluso, algunos de los edificios próximos se pudieron salvar. «La mía fue la última que se llevó», recuerda Goyo, quien destaca que «primero la lava la rodeó y después, la tapó el 19 de octubre», justo cuando se cumplía un mes del inicio de la erupción, pasadas las tres de la tarde del 19 de septiembre de 2021.

Ahora están afanados en la construcción de su nueva vivienda, a unos 300 metros de su antigua morada, en un solar cedido por familiares. Ese proyecto configura en la actualidad su nuevo sueño. Hace hincapié Goyo en que «tenemos que hacerlo con algo para poder seguir adelante», logrando nuevos retos y la sensación de que «desde que comenzamos a fabricar estamos un poco más contentos». Aunque ahora reconoce que «me falta más dinero para terminarla», la construcción ya tiene su estructura en pie, con todas las paredes y el techo. Poco a poco se hace realidad el sueño de esta familia, «pero va a tardar más de la cuenta, porque no llegaron las ayudas». | R. P.

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