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Sanidad

La diabetes se ceba con las comunidades filipinas y paquistanís

Su alimentación, muy basada en el arroz, influye en ello, pero los médicos advierten de que esta enfermedad también afecta más a las clases sociales deprimidas

Beatriz Pérez Ferran Nadeu

La diabetes es especialmente prevalente en la población paquistaní y filipina que reside en Barcelona. "Una parte es por la alimentación, pues toman muchos hidratos de carbono, su dieta se basa mucho en el arroz", apunta Anna Romagosa, directora del centro de atención primaria (CAP) Raval Nord. "Cuesta que entiendan que la diabetes da problemas a largo plazo, porque en el momento no se encuentran mal".

Lo dice también Jossie Rocafort, presidenta del Equipo de Atención y Mediación Intercultural Sociosanitario (Eamiss), una entidad mediadora entre la comunidad filipina del Raval y el Ayuntamiento de Barcelona. "Los filipinos están muy afectados por la diabetes y por la alta presión. Mis padres, por ejemplo, tienen diabetes", cuenta. Cree que esto no tiene tanto que ver con los factores socioeconómicos, sino con los hábitos ("hay falta de costumbre de hacerse revisiones"), pese a que la diabetes afecta más a las clases humildes porque su alimentación es peor y hacen menos ejercicio físico.

En Filipinas, la diabetes es la principal causa de muerte. "Comemos muchos pasteles y mucha verdura, pero también mucho arroz. Es como nuestro pan. Desayunamos, comemos y cenamos arroz", explica Rocafort. "Además, muchos filipinos creen que la diabetes es hereditaria y no saben que se puede prevenir".

Ocurre algo similar en la población paquistaní. En 2016, La Caixa financió el proyecto de Intervención Comunitaria Intercultural (ICI) porque en los barrios de Collblanc y La Torrassa de L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona) había, entre el colectivo paquistaní, una mayor prevalencia de diabetes. "Hicimos muchas sesiones con la comunidad paquistaní y los sanitarios y llegamos a la conclusión de que había todo un tema cultural: en su país de origen se alimentan de productos de primera mano del campo, pero aquí en la ciudad son más caros. Y el mundo sanitario desconocía esta realidad", explica Lídia González, directora de la Asociación Educativa Itaca. Esto llevó a la comunidad paquistaní a hacer "cambios" en su alimentación. El proyecto dejó de financiarse y la entidad desconoce si finalmente se logró bajar la prevalencia de la diabetes.

Factores socioeconómicos

La médica de familia Laura Romera, que trabajó durante años en el centro de atención primaria (CAP) Raval Nord apunta directamente a los factores socioeconómicos que afectan a los colectivos de inmigrantes. No cree que todo se explique solamente desde un punto de vista cultural. "Hay barreras idiomáticas, que dificultan explicarle cómo tener una dieta más saludable y variada. Hay webs que no están adaptadas al árabe ni al tagalo. La educación diabética es la base del tratamiento de la enfermedad", explica.

Ella trató durante un período a una chica filipina que tenía diabetes tipo 1 (la menos común, pero la más grave) y que no acudía a las visitas médicas del CAP, por lo que acababa yendo a las urgencias del hospital cuando sufría hipoglucemia grave. "Descubrimos que su jefa, que era la señora a la que ella cuidaba, no le dejaba venir porque le parecía un exceso. Yo tuve que hablar directamente con su jefa", cuenta Romera.

La comunidad inmigrante no quiere faltar a su trabajo por miedo a perderlo. "Y sobre todo los filipinos esconden que tienen diabetes a sus 'patrones': comen como ellos y no cuidan la dieta. Muchos pasan gran parte del día cuidándoles. Decir que tienes una enfermedad crónica es sinónimo de vergüenza para ellos y creen que los pueden despedir", concluye la médica de familia.

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