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Crisis del coronavirus

Yago, un estudiante con tres contagios en año y medio

Este joven vigués de 19 años atravesó por una infección cada seis meses desde enero a diciembre de 2021

Yago Gilino. Pablo Hernández Gamarra

A contagio de covid-19 cada seis meses. Esa es la mala racha que inició Yago Gilino en enero del año pasado. Este estudiante del Instituto de Educación Secundaria Santa Irene, de 19 años, acumula tres test positivos en año y medio. La buena noticia es que no arrastra secuelas. Sus padres, trabajadores en hospitales públicos, le insistían mucho a él y a su hermano en la importancia de respetar las medidas de prevención. Y Yago asegura que así lo hizo siempre. “En el instituto siempre teníamos la mascarilla puesta, manteníamos la distancia... Y tampoco salía mucho”, recuerda este vigués.

El primer contagio llegó en enero de 2021. Su hermano había estado con una chica del instituto que había dado positivo, así que a él le hicieron una prueba por ser contacto y la familia también la pidió para Yago. Se las hicieron en el Álvaro Cunqueiro.

Primer positivo. Sus padres optaron por aislarlos en una segunda residencia que tienen en Cangas. “Tuve la suerte de que tenemos esa casa, con dos habitaciones, porque tengo amigos que también estuvieron confinados y solo podían subir al tejado”, admite.

Su hermano no tuvo ningún síntoma, pero él sí. “Tenía algunas décimas, estornudos, mocos, dolor de barriga...”, recuerda. Nada demasiado grave, pero sí lo suficiente como para que tuvieran que recetarle un fármaco para el problema gastrointestinal. La segunda vez que se contagió con el SARS-CoV-2 fue la peor. Le coincidió disfrutando del verano en el pueblo de un amigo, cerca de Valdeorras, en Ourense. A penas tiene la localidad 30 habitantes, aunque en verano regresan muchos familiares. Una de esas personas que acudía a pasar el verano llegó infectada. Cuando se supo, todos se hicieron la prueba. “Se repartió y lo cogió casi todo el pueblo”, explica Yago.

Por aquel entonces, como en la primera ocasión, las cuarentenas eran de catorce días. Se tuvieron que quedar allí, aislados en la casa de su amigo, conviviendo con una tercera persona que nunca llegó a contagiarse. Misterios de esta pandemia.

“Llamé a mucha gente. Estar solo me comía la cabeza. Necesitaba escuchar la voz de alguien”

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Rememora hasta qué punto perdió el sentido del olfato y del gusto. Dejó fuera de la nevera un trozo de pescado durante mucho tiempo, sin darse cuenta. Cuando fue a cocinarlo, el compañero que no se contagió le dijo: “Yago, eso huele muy mal”. Ni él ni el otro infectado le hicieron demasiado caso ya que, relata, como es vegetariano, están acostumbrados a sus comentarios de disgusto sobre ciertos alimentos. Como insistía, fueron a corroborarlo con una cuarta persona. “Eso está podrido”, obtuvieron como respuesta. Aún le sorprende hoy hasta qué punto pierdes el olfato con el covid. “Hasta el tabaco nos sabía raro”, apostilla.

Los recuperó en una semana, el tiempo que tardó en superar la enfermedad en esa segunda ocasión. Entre otros síntomas, también sufrió fatiga y bajó bastante de peso.

Y llegó un tercer positivo en covid-19: en diciembre de 2021. ”¡Otra vez! ¿Siempre igual!”, pensó cuando lo supo. En este caso, se hizo la prueba de rebote. Estaba en la calle y recibió una llamada de su padre diciéndole: “Vente corriendo para casa que tu madre se encuentra mal”. Como ya había disponibilidad de test rápidos para realizar en los domicilios, se lo hicieron los cuatro. Su madre dio negativo. “Ella debía tener un catarro”, sospechan. Pero su situación sirvió para destapar los nuevos contagios de sus dos hijos, que no tenían ningún síntoma.

Recuerda que tardó bastante en salir el positivo en la tira reactiva del test. “Vimos la marca cuando ya lo íbamos a tirar”, cuenta. “Vamos para Cangas”, le dijo su madre. Allá volvieron a la segunda residencia. Por aquel entonces, la cuarentena ya se había recortado y estuvieron cinco o seis días.

¿Y cómo pasó tanto aislamiento? “Llamé a mucha gente. Estar solo me comía la cabeza. Necesitaba escuchar la voz de alguien”, confiesa Yago. A la gente le llama mucho la atención que me haya contagiado tres veces”, cuenta y señala que le preguntan. “¿Pero qué hacías?”. Él cree que ha sido cuestión de “mala suerte”.

Un sitio donde llamaron la atención sus tres contagios fue en el Servicio de Medicina Preventiva, que le propusieron hacerse una analítica de sangre. Lo que querían comprobar es su tenía anticuerpos, si había desarrollado respuesta inmune a la infección.

Además de los tres contagios, Yago tiene puesta una de las dos dosis de la vacuna frente al SARS-CoV-2 que le corresponden. Está a la espera de ponerse la segunda.

Necesitaba que pasaran seis meses desde el último contagio y parece que ahora lo logrará. Se ha roto la mala racha: lleva más de nueve meses desde el último positivo.

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