El 36% de las personas de entre 43 y 72 años que se contagiaron de covid-19 hace un año y que no estaban vacunadas ya no tienen anticuerpos detectables. Ocurre sobre todo en los mayores de 60 años y fumadores. Un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), impulsado por la Fundación La Caixa, sobre la seroprevalencia en la población de Cataluña subraya la necesidad de vacunarse a pesar de haberse infectado y confirma que, en estos casos, la inmunidad híbrida (vacunación más infección) es mayor y más duradera. La investigación, en la que han colaborado el Instituto German Trias i Pujol (IGTP), con el apoyo de la Fundación Privada Daniel Bravo Andreu (FPDBA), ha sido publicada en la revista 'BMC Medicine'.

Para analizar la importancia de la vacuna contra el covid-19 hay que tener en cuenta la "diversidad" de la población. "A las personas adultas y sanas la inmunidad natural les dura más. Sin embargo, en las personas mayores, con discapacidad o alguna comorbilidad, vemos que la pérdida de anticuerpos tras haberse infectado naturalmente ocurre en una de cada tres. Por eso aquí es importante incidir en la vacunación", explica a este diario Carlota Dobaño, jefa del grupo de inmunología de ISGlobal.

Tanto la infección como la vacunación contra el SARS-CoV-2 contribuyen a construir la inmunidad de una población frente al virus. Se trata de un dato importante para decidir cuándo y a quién aplicar vacunas de refuerzo. Los estudios seroepidemiológicos ayudan a evaluar la inmunidad en grupos poblacionales determinados. La mayoría de los estudios tras la vacunación contra el covid-19 se concentraron en grupos específicos como personal sanitario y no distinguían entre personas con o sin infección previas. El estudio de ISGlobal hizo un seguimiento de los niveles y tipos de anticuerpos de 1.076 personas de entre 43 y 72 años en dos fases: la primera entre junio y noviembre de 2020, y la segunda entre mayo y julio de 2021.

Tres conclusiones

Los resultados arrojaron tres conclusiones principales. La primera es que en el 36% de las personas infectadas pero no vacunadas ya no se detectaban anticuerpos un año después de la infección, sobre todo en personas mayores de 60 años y fumadoras. "Particularmente, los mayores de 60 años y con comorbilidades y fumadores -el tabaco es otro factor de riesgo- es más fácil que pierdan los anticuerpos inducidos por la infección, y por eso hay que irlas vacunando con las dosis de recuerdo", explica Dobaño.

La segunda conclusión es que, en las personas con infección previa, la vacunación producía niveles de anticuerpos considerablemente mayores que en personas sin infección previa. "Nuestros datos subrayan la importancia de vacunar a las personas, aunque se hayan infectado previamente, y confirman que la inmunidad híbrida es superior y más duradera. Esto significa que las personas vacunadas pero que no han pasado la infección necesitarían un refuerzo antes que las que sí la han pasado", señala, por su parte, Marianna Karachaliou, primera autora del estudio junto con Gemma Moncunill.

La tercera conclusión es que el factor más fuertemente asociado con el nivel de anticuerpos es el tipo de vacuna. Moderna fue la que más anticuerpos generó. Además, también parecen influir otros factores: las personas mayores de 60 años o con enfermedad mental tenían menores niveles de anticuerpos tras la vacunación. "La asociación entre salud mental y respuesta de anticuerpos requiere mayor investigación, pero se sabe que personas con desórdenes como depresión, estrés crónico o esquizofrenia tienen una menor respuesta a la vacunación en general", apunta Dobaño.

No obstante, los expertos siguen sin saber "cuál es el mínimo de anticuerpos necesario" para estar protegido. "Sí se sabe en otras vacunas, como en la hepatitis B. Pero, en el covid-19, esto sigue siendo motivo de investigación", concluye la investigadora de ISGlobal.