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Meteorología

"Hace 30 años eras un catastrofista si decías que España llegaría a 45 grados"

"No es el fin del mundo, por supuesto, pero hay que tomar medidas de autoprotección y toca adaptarse: cambiar de hábitos, mejorar las viviendas, ir a veranear fuera de julio y agosto..."

José Miguel Viñas, meteorólogo: "Cada vez va a ser más frecuente tener veranos calurosos" IRMA COLLÍN

Entra José Miguel Viñas (Madrid, 1969) en la sede de LA NUEVA ESPAÑA, diario que pertenece al grupo Prensa Ibérica al igual que este medio, en Oviedo con un paraguas en la mano, pese a que fuera luce el sol y hay un calor de ese bochornoso. "Es que es muy probable que llueva en unas horas", dice. Hubo que hacerle caso y seguir su ejemplo, pues así fue y durante dos días llovió con ganas, lo que choca en un verano que ha alertado a los meteorólogos como Viñas precisamente por todo lo contrario: por las altas temperaturas registradas y la sequía. Casado con una tinetense de Navelgas, donde pasa parte del verano, este físico y miembro de Meteored sacará en septiembre nuevo libro, "Nuestro reto climático" (Editorial Alfabeto), dedicado a analizar la situación del clima. Además, prepara otro destinado al público infantil.

"Todavía estamos a tiempo de saldar nuestra deuda con el mundo y construir un futuro mejor". Eso reza en el subtítulo de su nuevo libro. ¿Tenemos efectivamente margen de actuación?

Sí, hay que transmitir ese mensaje de que todavía estamos a tiempo, pero la cosa está difícil, porque estamos observando cómo ese cambio climático del que ya se lleva hablando muchísimos años, más de 30 que se dice pronto, está entrando en una nueva fase más acentuada. Y nos toca más de cerca, ya lo notamos y no lo vemos como algo que ocurre en otros sitios lejanos, sino que nos afecta de forma directa. Evidentemente, una parte de lo que está ocurriendo es por lo que hacemos nosotros, el ser humano. En cierta manera es reversible, yo diría que parcialmente, porque hay unas sinergias que ya no se van a poder detener. Pero si seguimos emitiendo gases contaminantes, iremos a escenarios más complicados para nosotros.

¿Estamos a tiempo de hacer qué? ¿Yo por mi cuenta puedo ayudar en algo o son medidas más bien a gran escala?

Ahora mismo a gran escala todo se ha complicado mucho por el conflicto de Ucrania, que además toca un tema sensible como es la energía. La clave está ahí, en la emisión de gases invernadero. Si hay un problema con el suministro del gas, con países que no lo tendrán para calentarse en invierno y piensan, como Alemania, en recurrir a quemar carbón, se rompe la estrategia europea de descarbonizar progresivamente de aquí a mitad de siglo todo lo que lanzamos a la atmósfera. A nivel global hay que descarbonizarse, con la dificultad añadida de la guerra y la falta de gas. A nivel particular lo único que podemos hacer cada uno son pequeñas acciones y concienciarnos. Se requiere dar una vuelta grande a nuestro modelo de sociedad, algo bastante complicado. Pero ya se avanza si cada uno aporta su granito de arena reciclando más, consumiendo menos, ahorrando energía... Aunque hay gente que se lleva las manos a la cabeza por ser un freno a la libertad, creo que son cosas que deberíamos hacer sin que nos lo pidieran. Por sentido común: ahorraremos dinero y ayudaremos al medio.

¿Qué ha pasado este verano de tanto calor? Da la sensación que de repente llegó el cambio climático. Aquí en Asturias, a mediados de julio, sudamos la gota gorda.

La magnitud que ha tenido y sigue teniendo el verano en cuanto a las temperaturas es llamativa. Han sido altísimas, de récord. Es un verano que será probablemente comparable o superará al de 2003, el famoso que nos puso un poco en alerta de lo que estaba pasando con el clima por el impacto que hubo entonces en la mortalidad. Esto significa que un verano que fue histórico porque no había grandes referencias de algo parecido, se ha repetido en menos de 20 años. Eso en una escala temporal no es mucho, porque que ese tipo de cosas podían pasar cada un número determinado de siglos, pero ahora se ha concentrado en dos décadas. Sin olvidar el verano de 2015, que ya fue bastante extremo. Todo apunta que el calentamiento de temperaturas se acelera y veranos así serán frecuentes. Puede que pasen años hasta un verano igual, pero no muchos.

Y si no tomamos medidas, ¿qué pasará? ¿El fin del mundo, por expresarlo de forma gráfica?

No es el fin del mundo, por supuesto, pero sí que será necesario tomar medidas de autoprotección, adaptación a las nuevas circunstancias. Hace 30 años te tildaban de catastrofista, pese a que las predicciones apuntaban a esto que pasa. Todo parecía exagerado y ahora vemos que no es exagerado decir que hay veranos de 45 grados en determinados lugares de España. Eso está pasando.

No queda otra, por tanto, que afrontarlo.

Claro. No todo será igual como este verano, pero habrá momentos parecidos o con más calor más habituales. Adaptarse a eso no es fácil.

¿Qué hacemos pues?

Cambiar hábitos, mejorar las viviendas, no yendo a pasar la parte central del verano a zonas donde habitualmente hay calor. Mis padres han estado por la costa de Valencia, el Mediterráneo ha sido terrible este año. Pues ya les dije que quizá deben cambiar la estrategia, eso de irse en julio, como que no. Además, ellos que tiene margen al ser jubilados, pueden pensar en irse mejor en abril. Si no, en vez de descansar en vacaciones, estaremos peor al no encontrar el confort deseado. Toca cambiar fechas, lugares y, por qué no, trasladar el lugar de residencia.

Son los emigrantes del clima.

Claro, digamos que eso ya serían casos extremos, de personas que viven en una región insostenible y deben moverse obligatoriamente. Son migraciones climáticas extremas. Pero sin llegar a eso, dentro de un propio país, puede haber estrategias de adaptación porque hay que asumir que será complicado afrontar el verano.

En Asturias presumimos de ser privilegiados, incluso de cara al futuro.

Aunque todo vaya cambiando y aquí el clima se haga más extremo, siempre con respecto al resto de la Península, la franja norte, el Cantábrico, Asturias en particular, serán privilegiados. Lo que pasa es que el clima suave o fresco del verano por aquí ya no será tanto, tendremos cada vez más días de calor intenso, algún episodio de mucho. Pero efectivamente, en otras zonas será peor, de continuo.

¿Corremos el riesgo de dejar de ser ese Paraíso Natural verde?

Bueno, aquí entra la gestión de todo ese patrimonio natural tan importante que tiene Asturias. Ahí están los incendios, terribles este verano.

Aquí de momento libramos...

Sí, aquí quizás es más bien en otoño cuando se disparan. Es donde creo que se debe estar más vigilante, en otoño, con el viento del Sur que aviva el fuego aquí. Pero es un toque de atención claro lo que pasó este verano, porque con esa sequedad del aire y la temperatura tan alta el riesgo se dispara. Basta que haya cualquier circunstancia para que una vez que hay fuego sea este difícil de controlar. Tenemos no tanto más incendios en número, sino que aumentan los de gran extensión, de más de 500 hectáreas. Hace 20 años había quizá más fuegos, pero muy pequeños. Ahora cuando los hay, con tales condiciones tan tremendas, son incendios que adquieren una magnitud muy grande.

Este verano se habla de la temperatura elevada del agua en el mar Mediterráneo. Pero resulta que en el Cantábrico, todo lo contrario: los bañistas no dejan de comentar lo fría que está, como si uno se bañara entre cubitos de hielo.

Lo más seguro es que eso es debido al tipo de viento que ha soplado sobre el Cantábrico, que ha producido algunos afloramientos. El agua de más abajo está más fría y hay circunstancias en superficie por el viento, que hace aflorar esa agua y el bañista nota el bajón. Es un fenómeno típico de las Rías Bajas, por ejemplo.

Otra anécdota del estío astur: el reventón térmico en Llanes que hizo disparar los termómetros de repente a mediados de julio.

Viene a ser algo parecido a los que ha habido en el Mediterráneo.

Pero es raro en Asturias, ¿no?

Bueno, en verano y con tormentas, están bastante documentados, aunque no siempre ocurren. En Llanes se dio la circunstancia perfecta para que la tormenta no dejara la lluvia solo, sino que generara esa especie de desplome de aire caliente, que choca contra el suelo y genera una ráfaga violenta. Ha sido significativo lo del Mediterráneo días atrás, con las trágicas consecuencias en el festival de música, con un muerto y heridos. Estaba bastante documentado previamente lo que pasaría.

Quizá no hacemos mucho caso a las predicciones.

Se dice mucho eso a raíz de la tragedia que sucedió (en Cullera, Valencia). Cuando alguien organiza algo así, hay que estar pendiente de los avisos meteorológicos. En el Mediterráneo había aviso rojo, el riesgo era elevado por tormentas y altas temperaturas. Entiendo que es complicado para los organizadores cancelarlo, pero la predicción era clara. Ahora bien, es difícil de concretar en qué momento y lugar exactos se producirá el reventón.

Y qué hay del frío, ¿nos olvidamos de él? Este tórrido verano llega año y medio después de "Filomena" y el registró de la temperatura histórica más baja de España, en los Picos de Europa.

Hay que tener perspectiva global, no solo en España, sino en todo el mundo. Habrá por supuesto entradas de aire frío. Pero observamos que habrá un patrón en general de temperaturas por encima de lo normal, y que de vez en cuando habrá entradas bruscas de frío. Eso quiere decir que los inviernos más probables serán suaves, aunque con entradas muy frías que descoloquen a la gente.

Eso alienta a los negacionistas del cambio climático, que en cuanto hace algo más de frío lo ponen en duda.

Claro, sí, pero hay que mirar las tendencias a largo plazo y son claras: lo de subir la temperatura no se frena, sino que se acelera. Eso es así. Un verano como este hace un siglo era una carambola; ahora es esperado y probable.

¿Cómo será el invierno?

Pues lo que tenemos mirado hasta ahora es que septiembre y octubres serán de temperaturas suaves y lluvias normales. Y eso que necesitamos agua para frenar la sequía que arrastra Europa. La falta de agua es peligrosa por la interdependencia entre países por energía, alimentos, productos agrícolas... Si esto se prolonga y llega el invierno sin agua en Europa, la sequía se agudizará y conllevará problemas.

Nuevo libro en menos de un año. Como divulgador meteorológico, tiene mucho trabajo.

Este libro es un encargo de 2019 que se ha ido retrasando. Hay una novedad, porque he querido ir más allá y me puse a prueba. Incluyo una parte de ensayo, aparte de informar sobre lo que pasa, doy mi opinión. Y también incluyo textos de personas a las que he pedido su colaboración sobre cómo lo ven. Hay de todos los ámbitos. Está, por ejemplo, el artista Manolo Linares, de Navelgas; el naturalista Joaquín Araújo... Y lo prologa Javier Martín Vide, climatólogo reconocido y que sintetiza perfectamente el punto en el que estamos.

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