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Nueva vida

La médica ucraniana refugiada en España que da clases de tenis de mesa

Daria Zakharova enseña ping-pong a niños del área de Vigo porque no consigue que le homologuen el título de medicina

Daria Zakharova (izquierda), con algunas de sus alumnas de tenis de mesa.

Muchas historias se han contado en los últimos meses de refugiados ucranianos que llegaron a todas las partes de España y de Europa huyendo de la guerra en su país. Vidas resquebrajadas por la invasión rusa, testimonios sobrecogedores y personas que han dejado a sus familias, sus casas y sus trabajos para salvar su vida. Pero antes de que Putin decidiese iniciar el conflicto bélico, ya había ucranianos viviendo en Vigo y los municipios de su entorno que llegaron por diferentes motivos: buscando un futuro mejor, por amor o simplemente porque les apetecía un cambio de rumbo.

Es el caso de Daria Zakharova, una joven ucraniana de 27 años que lleva un año y medio viviendo en la localidad pontevedresa de Cangas do Morrazo. Natural de la ciudad de Odesa, donde se licenció en Medicina, trabajaba como anestesista en la UCI de un hospital en Ucrania, pero también era jugadora profesional de tenis de mesa, por lo que decidió embarcarse en una aventura deportiva en Cangas. El problema fue cuando intentó convalidar su título de Medicina para poder trabajar como facultativa aquí en Galicia. Se dio de bruces contra la burocracia del Ministerio de Educación, la administración encargada de la homologación de títulos obtenidos en otros países. “He tenido entrevistas para trabajar en diferentes hospitales de la zona, pero sin el título es imposible. La homologación debería ser mucho más rápida”, reclama Daria.

Para subsistir, de momento está dando clases a niños en diferentes clubes de tenis de mesa. Es más, durante este verano está trabajando como profesora de este deporte en un campamento. El problema: necesita encontrar trabajo estable cuanto antes porque sus padres sí que llegaron recientemente como refugiados desde Ucrania a causa de la guerra, viven con ella y por tanto necesita ingresos superiores para poder mantener a su familia.

“Mientras no me reconozcan el título de medicina y no pueda trabajar como anestesista, que es mi profesión, busco trabajo de lo que sea. Puedo trabajar como camarera, en hoteles… Tengo que pagar sola el piso en el que vivimos y necesito el dinero”, explica esta joven. Daria ha conseguido además ya el certificado B2 de español para que le sea más fácil introducirse en el mercado laboral. Logra mantener una conversación fluida sin problema en castellano al llevar viviendo en en el país más de un año, estando en contacto diario con personas que hablan español y que la han ayudado a conseguir progresar en el aprendizaje y el dominio del idioma.

“Mis padres vinieron como refugiados, han solicitado la Risga pero todavía están esperando la aceptación. A los dos les gustaría volver a Ucrania, mi madre tenía un negocio en Odesa y lo tuvo que dejar por la guerra. Pero saben que está difícil poder retornar”, relata. Y es que, pese a que en los últimos días el foco mediático se ha alejado hacia otros puntos, lo cierto es que Rusia continúa con su ofensiva en Ucrania y la población sigue luchando por sobrevivir a las bombas, por lo que ni Daria ni sus padres ven viable volver a su país natal al menos hasta que la situación se normalice, y no parece que vaya a hacerlo ni a corto ni a medio plazo.

De momento, Daria sigue dando clases de tenis de mesa a la espera de que surja alguna oportunidad y, especialmente, que el interminable proceso burocrático para que le homologuen sus estudios de medicina llegue a su fin. Y hace un llamamiento a las empresas que necesitan alguna empleada en la ciudad olívica o en localidades cercanas para poder salir adelante mientras no pueda ejercer como médico.

Vigo y los municipios del entorno se han volcado desde el inicio del conflicto bélico en Ucrania con los refugiados que iban llegando a esta zona. En Nigrán, por ejemplo, para hacerles la integración más fácil, el Ayuntamiento ha querido ofrecerles un curso básico de español para facilitarles el día a día. Son 24 horas de clases en el centro de la tercera edad de A Ramallosa, impartidas por Laura Rodríguez Salgado, la doctora en Lingüística aplicada y máster en profesorado que ha contratado el Concello. La docente se ha encontrado con un grupo con pocas nociones de español, por lo que ha empezado por vocabulario básico como saludos, números, partes del cuerpo... Unos mínimos que les permitan comunicarse con el entorno.

El perfil del alumnado es el de mujeres jóvenes con hijos a cargo que han tenido que dejar allí a sus compañeros luchando en la contienda. También hay una abuela con su hija y con su nieta y una pareja. El banco de alimentos de Vigo por ejemplo también se ha volcado en la atención a los refugiados ucranianos facilitándoles comida.

En Galicia, la principal asociación que gestiona la llegada de refugiados ucranianos es Accem. Según sus últimos datos, en colaboración con todos los ayuntamientos, ha tramitado la acogida en diferentes municipios de la comunidad a unas 155 personas procedentes de Ucrania, según los últimos datos que han facilitado.

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