Hijos que agreden a sus padres e incluso a sus abuelos. La Policía Nacional alerta de un incremento de la denominada violencia intrafamiliar. Agresiones que en la mayoría de las ocasiones tienen como desencadenante el castigo por parte de los padres a no usar los videojuegos o los teléfonos móviles.

Las agresiones se han disparado sobre todo a raíz de la pandemia. “Pensábamos que durante el confinamiento asistiríamos a una explosión de casos por el hecho de estar todo el día conviviendo, pero no fue así”, explica la inspectora Raquel Barajas, jefa del Grupo de Menores de Policía Judicial de Alicante. Sin embargo, durante 2021 y en especial en los últimos meses las agresiones se han disparado.

Cree la inspectora que los casos que atienden son sólo la punta del iceberg, ya que ésta es una violencia que permanece oculta entre las cuatro paredes de la vivienda. Generalmente los padres acuden a asesorarse cuando la situación ya casi se les escapa de las manos. “Les asesoras en lo que pueden hacer, pero muchos de ellos lo dejan pasar hasta que finalmente la situación explota y ya no hay posibilidad de reconducirla”. Barajas participa esta semana en el curso de verano “Violencia juvenil en tiempos de pandemia”, que organiza la Universidad de Alicante.

La violencia de hijos a padres no es algo exclusivo de un determinado estrato social, “afecta a familias de todas las clases sociales, aunque sí estamos atendiendo a un aumento de las agresiones en el caso de las familias monoparentales, formadas por mujeres solas”, sostiene Manuel Lafuente, jefe provincial de Alicante del Cuerpo Nacional de la Policía, quien participó este lunes en la inauguración del curso en la UA. También cree Lafuente que estos casos se silencian hasta que la situación explota ya que a las familias les cuesta mucho reconocer que han fallado en la educación de sus hijos. “Es el síndrome del niño emperador. A todo se le dice que sí sin negarle nada y lo que generas son monstruos”.

Raquel Barajas cree, por su parte, que el aumento de los casos que están detectando responde al mayor encrespamiento que como sociedad estamos viviendo en la actualidad y que se aprecia en otros delitos, como el aumento de los hurtos o de la mayor violencia que se está dando en los casos de acoso escolar. “Estamos asistiendo a la factura de los dos años anteriores. Estamos alterados y muy saturados”.

En cuanto a las edades, la Policía Nacional ha llegado a atender casos de chicos de 12 años que agreden a sus padres “y que ha llevado a que éstos incluso renuncien a la tutela de sus hijos” al no poder sostener más la situación. Hasta los 14 años el menor no puede ser detenido. Por lo general el destino de estos chicos suele ser un centro de menores, a no ser que cometan delitos de mayor gravedad. La reeducación muchas veces es posible “y depende en buena medida de que haya una familia dispuesta a arropar al joven para que este tipo de situaciones no se vuelvan a dar”.

Junto al aumento de los casos de violencia de hijos a padres, la Policía también ha detectado una mayor violencia en los casos de acoso escolar. “Se usan más las redes sociales para acosar y hay más violencia psicológica, que se traduce en un aumento de los casos de suicidio entre los jóvenes que no ven otra salida a su situación”, afirma Lafuente.

Aunque aún hay que estudiar en profundidad cómo la pandemia ha afectado psicológicamente a los jóvenes, “todos los indicios apuntan a que el culpable de que hayan aparecido más problemas es el aislamiento que han sufrido los jóvenes durante este tiempo y las nuevas formas de relacionarse”, mucho más supeditadas a las tecnologías, explica Natalia Albaladejo, profesora del Departamento de Psicología de la Salud de la Universidad de Alicante. También hemos vivido unos años plagados de normas y medidas para poder frenar la pandemia “y generalmente son los jóvenes quienes más tienden a quebrar esas normas”.