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Souvenirs

Souvenirs | Cuando Manitu cantaba para Mallorca

Souvenirs | Música para la isla.

«Espero que cuando reproduzcas este disco en tu casa, con tus amigos o donde sea que estés, revivas con su ayuda alguna experiencia feliz en la isla; y si al escucharlo tienes una inexplicable necesidad de volver a Mallorca, ¡déjate llevar por esa necesidad y regresa con tus amigos! ¡Siempre serás bienvenido!». En la portada del disco A sound souvenir of Mallorca se lee en inglés esta dedicatoria firmada por José Antonio Ferreiro Piñero (1929-2013), que fue delegado del ministerio de Información y Turismo en Balears.

El poder evocador de la música es una evidencia. Es más que dudoso que los discos especialmente dedicados a los turistas generen emociones como las que intenta remover el funcionario de turismo. Sin ir más lejos, el guía por este museo de papel cree recordar que, si no se ha perdido en alguna limpieza, guarda algún casete de música turca. También uno en suahili, con el inevitable Akuna matata. Ninguno de los dos ha sonado jamás en casa.

Sin embargo, nuestro Museo del Souvenir debe contar con los discos destinados a los turistas que nos visitan. El primero es el ya mencionado. El escribidor es incapaz de definir el conjunto. Ecléctico es una palabra que se queda corta para describir su contenido. Entre los surcos del vinilo suenan Louis Armstrong y la Banda Municipal de Palma. La aguja del tocadiscos permite escuchar las voces blancas de los Blavets de Lluc y el Flamenco Style Cayetano. En el mismo revuelto aparecen Los Santos, The Lottery (no pregunten, no tengo las respuestas) y música de las Cuevas del Drach. Si algún turista de los años sesenta o setenta osó poner el disco en su casa, desconozco cuál fue la Mallorca evocada. ¿La del flamenco de tablao para guiris?, ¿la espiritual de los Blavets?, ¿la del jazz de Armstrong?

Souvenirs | Música para la isla.

La investigación —¿por qué todo el mundo usa esta palabra cuando nos limitamos a documentarnos en internet?— me conduce a otra pieza estelar. En este caso se trata de Souvenis de Mallorca, un vinilo con Quique Roca, su conjunto y Claudia editado por Hispavox en 1963. Roca grabó música al menos en la primera mitad de los sesenta. En ella afirmaba Me gusta Madrid, homenajeaba a El Cordobés o La mantequilla y explicaba la utilidad de La escoba. En Mallorca se mostró más romántico y elogió todo cuanto se le puso a tiro: la Luna de miel en Mallorca, la Luna de Palma, la Bahía de Mallorca y hasta a Pepita de Mallorca. No se puede ofrendar más botafumeiro con tan poco incienso.

Por supuesto, entre los discos que se ofrecían a los visitantes de Mallorca también se encontraban los de jotas, boleros y mateixes. En estos casos la portada es la misma que en otros muchos souvenirs: una estampa de hombres y mujeres vestidos a l’ampla. Un ejemplo sería el álbum titulado Mallorca, su música y sus danzas.

Souvenirs | Música para la isla.

El batiburrillo de canciones en discos dedicados a Mallorca no se agota en los tiempos del vinilo. Se adentra en los del cedé. Por ejemplo, el denominado Mallorca enjoy combina temas relacionados con la isla, con otros cuya ligazón se nos escapa. Entre los primeros están Palma de Mallorca —cantada por Los Diablos—, El Puente —que no interpretan Los Mismos, sino La Maratón (no pregunte, no tengo respuestas)— o Me lo dijo Pérez —que tampoco se escucha en boca de Alberto Cortez, sino de los maratonianos—. Entre los segundos se encuentran Guantanamera, La felicidad o Borriquito —que logró reunir un dueto formado por Peret y Los Diablos—. Pero mi debilidad son Scatman —de Ski Be Pop—, Buenos días Mathias —cantada por Mathias Mathew, que vaya usted a saber si es Macià Mateu—. Sobre todas las demás destaca No hagas el indio, haz el cherokee, perpetrada por el gran Manitu —si tuviera respuestas jamás las daría—.

Esta es la gran aportación de Mallorca a la música para turistas. Merece un lugar destacado en el Museo del Souvenir. Una sala con tocadiscos para martirizar los oídos de los visitantes.

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