Esta semana el Congreso de los Diputados ha dado luz verde para tramitar la ley para abolir la prostitución presentada por el PSOE. La propuesta ha vuelto a poner sobre la mesa el eterno debate sobre cómo abordar una actividad alegal en España pero que supone el 0,35% del PIB nacional, según estimaciones del INE. Son tres las principales formar de abordar y tratar de atajar lo que es un problema de explotación sexual, según defiende el feminismo, o de libre elección, según otras voces.

¿Prohibir, regular o abolir? Los conceptos parecen no estar del todo claros en las tertulias, en especial se tiende a confundir los dos últimos. A continuación la explicación de qué significa cada uno de ellos:

Prohibir

Es un modelo que parte de una ideología conservadora, tradicional y también religiosa.

La prostitución se considera como un acto inmoral que parte de la naturaleza provocadora de la mujer. Es un tabú que en cierto modo se justifica porque cubre "las necesidades" de los varones. Se ve además como una salida para proteger a la mujer casada, "decente", que no accede a ciertas peticiones sexuales de los hombres.

Busca dejar la prostitución fuera de la ley y no penaliza ni a puteros ni a proxenetas. Sí que culpabiliza y estigmatiza a la mujer prostituida, a la que no se le ofrece ningún tipo de asistencia ni programa para que pueda vivir en sociedad.

Regular

Este abordaje es defendido por ideas neoliberales y posmodernas.

Se basa en el mito de la "libre elección" y plantea la prostitución como un simple intercambio de sexo por dinero. Sin analizar el contexto socioeconómico de la mujer, se presenta como un trabajo más e incluso se defiende como "empoderante". Se apropia del concepto feminista del "derecho al propio cuerpo de las mujeres" contra el control que se ejerce con respecto a la sexualidad y la reproducción femeninas.

Por tanto, busca legalizarla como una actividad económica más. Esto supone convertir a los proxenetas en empresarios, que en teoría garantizarían "derechos laborales" a las mujeres prostituidas, cuya explotación sexual se comercializa. Bajo esta marco, se espera que la trata desaparezca.

Abolir

Esta visión es la defendida desde el feminismo y corrientes progresistas.

Considera que la prostitución es producto de un contexto socioeconómico de pobreza, precariedad y cosificación de la mujer. El abolicionismo la define como una forma de violencia sexual y subraya que daña física y psicológicamente a las mujeres, que en muchas ocasiones son drogadas, hasta el punto de que muchas de las supervivientes sufren síndrome de estrés post-traumático similar a los que afrontan corresponsales de guerra.

Por ello, la solución propuesta es abolir esta práctica. Así, a través de campañas de sensibilización y otras herramientas pretende acabar con la demanda y también atajar las circunstancias que favorecen su existencia. Propone criminalizar y castigar con multas y penas de cárcel a proxenetas y puteros, "reeducando" también a estos últimos. A las mujeres se les proporcionaría asistencia integral por parte del Estado y ayuda para que puedan formarse y encontrar un trabajo. A nivel social también se promovería poner fin al estigma de estas mujeres y dejar de ver el cuerpo femenino como un bien de consumo.

El colectivo Feministes de Catalunya, acompañadas por la superviviente de la prostitución Amelia Tiganus, explican estas tres posiciones en un hilo en Twitter.

En nuestro entorno, países como Suecia y Francia han tomado un modelo abolicionista de la prostitución mientras que en Holanda y Alemania está regulada.