Doctor en Biología, David Bueno es director de la Cátedra de Neuroeducación UB-EDU1st, la primera en todo el mundo que se dedica exclusivamente a esta temática. Como coordinador de la materia de Biología de las Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU) en Cataluña, ha potenciado el cambio de las preguntas memorísticas tradicionales por preguntas de reflexión y análisis en contextos reales. A menos de un mes de que miles de chicos y chicas se enfrenten a los exámenes de selectividad, ha participado esta semana en CaixaForum en el debate 'Repensar el acceso a la universidad', organizado por Catesco y la Fundación ‘la Caixa’. Es autor, entre otros libros, de 'El cerebro del adolescente' (Grijalbo).

-¿El cerebro es el órgano más maleable?

-Todos los órganos lo son, pero el cerebro es el que da más señales de esa maleabilidad, porque es plástico, constantemente está haciendo y rehaciendo las conexiones neuronales para ir incorporando los aprendizajes y experiencias que tenemos del entorno para adaptarnos de la mejor manera posible. 

-¿También el más vulnerable?

-Sí, y en cualquier etapa, porque muchas de estas experiencias pueden generar conexiones desadaptativas, que acabaran topando con el entorno, con la sociedad. Pero de todas las edades, las más frágiles son la primera infancia y la adolescencia, que es cuando el cerebro es más plástico. 

-Difícil etapa la adolescencia. 

-Es una etapa crucial de la vida, porque se dejan atrás los comportamientos de la infancia y se adquieren los propios de la juventud y la edad adulta. Y eso significa un recableado, literal, de muchas zonas del cerebro. Implica cuestionarse todo lo que han hecho y se les ha dicho hasta entonces y buscar qué hay más allá; es la etapa de romper límites. Hay tres zonas del cerebro que cambian más que cualquier otra. Una es la amígdala, la zona que genera las emociones y que se vuelve hiperreactiva. La segunda es la corteza prefrontal, donde están los circuitos neuronales que gestionan y generan los comportamientos más complejos, la capacidad de reflexionar, de razonar, de planificar y de decidir. Es la zona del cerebro que cambia más. Esta gran reconfiguración hace que temporalmente pierda eficiencia de funcionamiento. Y la tercera es el estriado, que genera sensaciones de recompensa y que nos permite anticipar recompensas futuras para aquello que estamos haciendo ahora. Es crucial para mantener la motivación, el interés, el optimismo.

-¿Y eso también influye en su manera de aprender?

-Claro. Si les hacemos memorizar cosas sobre las que tienen la percepción de que no sirven de nada, pongamos por ejemplo la lista de reyes Godos, lo memorizarán para aprobar el examen y al día siguiente lo olvidarán. Cualquier aspecto que tenga contenidos emocionales les llamará más la atención. Aunque también hay que vigilar esos contenidos, porque el miedo es una emoción, como lo son la alegría o la sorpresa. Si están viviendo su etapa educativa con cierto miedo a suspender, a fracasar, al castigo… esto generará conexiones en su cerebro que influirán en su futuro. 

-¿Aún esclavos de las notas? 

-Sí, justamente por la selectividad, una simple ordenación numérica en función de unas notas y que empieza a contar mucho antes de ese examen. Es necesario reflexionar sobre lo que queremos y sobre lo que estamos haciendo, porque genera presión a muchos alumnos y la presión incrementa los niveles de estrés, ansiedad y puede derivar en angustia, ansiedad, tristeza y depresión. Si ya por norma el estrés es más alto en los adolescentes que en los adultos, un sistema que los estrese más es absolutamente pernicioso. 

-¿Cambiamos el sistema de notas o los exámenes?

-Tal como hacemos los exámenes, puntuamos. Si las pruebas son memorísticas, lo que estamos valorando a través de esa puntuación es la memoria y no aspectos creativos, éticos o de autoconocimiento. Claro que hay que ver cómo progresa cada alumno, pero con pruebas mucho más abiertas y que incorporen no solo conocimientos, sino también habilidades, actitudes, aptitudes, aspectos éticos, que les hagan reflexionar. Este es el camino si queremos formar a personas de forma integral. Y ojo, que con eso no quiero decir que la memoria y el esfuerzo no sean importantes.

-Con este sistema, adiós a las chuletas.

-O no. ¿Por qué no llevar los libros el día del examen y aprovechar tus conocimientos y los libros para responder a una pregunta aún más difícil?