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Cirugías

La tiranía de la estética entre las jóvenes se gesta en las redes

Aumentan las operaciones y retoques estéticos en un contexto en el que las redes sociales marcan los cánones de belleza que presionan sobre todo a las mujeres

La tiranía de la estética entre las jóvenes se gesta en las redes.

Laura (nombre ficticio) cumplirá pronto los 26 años y hace unas semanas que pasó por quirófano por primera vez para realizarse un aumento de pecho. Lo llevaba pensando mucho tiempo hasta que dijo: "ahora". "Si no, no lo haría nunca," cuenta. Confiesa que la primera vez que se quitó las vendas y vislumbró sus nuevos senos se mareó. "Pensé, ostras, ¿qué me he hecho? y también que eso era para toda la vida".

Ahora, unas semanas después de la intervención se siente cada vez más a gusto y contenta con su decisión. Una que tomó por sí misma pero que estuvo muy influenciada por los mensajes que veía en redes sociales. "Tenía poco complejo sobre mis tetas, no estaban mal del todo, pero no paraba de ver en Instagram a gente perfecta, escotes ideales", explica.

De esa manera, "mi complejo fue creciendo cada vez más. De algo minúsculo se hizo una montaña. En el fondo, yo sé que esa montaña estaba en mi cabeza". El resultado: "al final acabé pasando por quirófano". No es un caso aislado. Cada vez hay más gente joven que decide operarse para cambiar alguna parte de su cuerpo.

La pandemia, dicen los psicólogos, ha influido. Mucho tiempo en redes sociales, incertidumbre por el futuro y esa dinámica de la inmediatez se suman, además, a una búsqueda por la validación externa y la baja percepción del riesgo.

El último estudio socioeconómico de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME) lo confirma. "La tendencia actual resalta la entrada de un target mucho más joven, cuya edad desciende a los 26 años, una tendencia que tiene una influencia clara en las redes sociales".

Las influencers

Además, personas incluso menores se han introducido en la medicina estética a través de rellenos de ácido hialurónico en los labios y otros tratamientos preventivos con toxina botulínica (botox).

Las decisiones se gestan en las redes sociales. Es el metamundo donde se exponen las nuevas líderes de opinión, las influencers, que, valga la redundancia, influyen en los deseos y decisiones de sus seguidoras. El doctor Antonio Mónaco, director médico-quirúrgico de Ilahy, las clínicas de medicina y cirugía plástica de IMED Hospitales apunta que muchas pacientes acuden a consulta con fotos de influencers operadas. "Me piden lo mismo, algo que es peligroso porque tienen expectativas irreales. Si el antes de unos pechos no es parecido, el resultado final jamás será el mismo", cuenta el cirujano. Los jóvenes se han incorporado al mercado estético a partir de los 18 años. Es un hecho. Y la tiranía de la estética recae una vez más sobre las mujeres. Mónaco así lo confirma.

De las personas jóvenes que pasan por quirófano para retoques estéticos, el 85% son mujeres. Y piden, sobre todo, rinoplastias y aumentos de mama. Los hombres, por el contrario, se operan con los primeros signos de envejecimiento y las intervenciones son liposuciones y otoplastias.

Dictadura de la mujer 'fit'

Abel Baquero, psicólogo clínico, apunta al patriarcado, que no da tregua sobre la exigencia de la perfección de las mujeres. "Los hombres pueden estar ‘mazados’, ser ‘fofisanos’ o tener un cuerpo diverso sí tienen otro valor por el que destacar, las mujeres tienen que ser fit, y aún así, son la diana de todas las críticas, una concepción tiránica". Las redes sociales son una mini sociedad. Un espejo donde mirarse y una fuente de referentes convertidos en instagramers y marketing continuo. "El rey de los medios es Instagram, muchas clientas llegan por ver los perfiles", confiesa, por su parte, Antonio Mónaco.

¿Qué hay detrás de una decisión tan importante a una edad tan temprana? Begoña Albalat, psicóloga clínica, cree que es necesario "pasar menos tiempo en redes y mirar más alrededor, al mundo real". "El cerebro entiende normal aquello que más ve y en redes sociales estamos continuamente viendo cuerpos, muchos más de los que vemos en carne y hueso. El cerebro no distingue qué es de verdad y qué está en la red, solo comienza a asimilar como normal lo que ve más, en este caso cuerpos y caras perfectas, por lo que al final se percibe que lo normal es ser perfecta y que hay algo malo en ti, pero la realidad es que esos cuerpos (o estilos de vida, o casas, o relaciones) están sesgados".

Baquero añade que las redes muestran una hiperrealidad "más motivadora, más deseable, pero que es falsa, lo que a la larga causa frustración, trastornos alimentarios, trastornos inadecuados con el deporte, anabolizantes, consumo de sustancias para adelgazar y, en algunos casos, genera depresión por no entrar en el modelo de belleza aceptable". "¿Quién no quiere ser como alguien que idolatra?, ¿quién no quiere encajar, y más a una edad vulnerable en la que la validación externa es tan importante?", completa Albalat.

A la vulnerabilidad y las inseguridades en la juventud, se suma la rigurosa actualidad. El fin de la obligatoriedad de las mascarillas en interiores puede traer también una sensación de "desnudez" ya que, en algunos casos, el cubrebocas ha sido considerado como un refugio.

El síndrome de la mascarilla

"La mascarilla generaba un velo, limitaba el contacto con la boca, la sonrisa, ahora que tenemos que mostrarnos, habrá gente que lleve mascarilla o busque soluciones para algo que ven un problema", explica Baquero. Algo que se ha notado, también, en el sector de la odontología. Los profesionales reconocen haber experimentado un creciente interés de los pacientes por los tratamientos odontológicos puramente estéticos.

Marina (nombre ficticio) tiene ahora 24 años. Con 23 entró en quirófano para operarse la nariz y aumentarse las mamas. "No quería pasar dos veces por una operación", cuenta. En su caso, dice, las intervenciones no han estado influenciadas por las redes sociales, sino que han sido el fruto de una decisión meditada "que hacía por y para mí".

"Me rompí la nariz de pequeña y siempre había tenido complejo con el puente que tenía de perfil. El pecho no me gustaba, pero más por la forma que por el tamaño. Así que busqué un cirujano que me operara de las dos cosas a la vez". Tanto Laura como Marina, se marearon cuando por primera vez se reconocieron con su nueva apariencia. La segunda incluso se desmayó.

Marina añade que verse con otra nariz y otro pecho le dio impresión. La apariencia de su cuerpo en sus veintitrés años había cambiado, así de un porrazo. Los casos de estas jóvenes no son algo extraño. "Se ha normalizado y si ahorras te lo puedes permitir, mucha gente lo hace", explica Laura. Lo que dicen los psicólogos es que operarse es poner un parche a una inseguridad física y que, una vez hecho, queda la parte más importante, mirarse por dentro.

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