En su libro 'Morir antes del suicidio. Prevención en la adolescencia' (Herder), el psicólogo del Hospital Sant Joan de Déu (Esplugues de Llobregat) Francisco Villar aborda los ocho principales mitos que existen en torno al suicidio. Villar, que es el coordinador del programa de atención a la conducta suicida del menor de Sant Joan de Déu, advierte de que "los casos más frecuentes de denuncia por mala praxis en salud mental consisten en la negligencia de no valorar de forma adecuada el riesgo de suicidio de una persona". Por eso llama a cuestionar y poner en duda estos mitos. En España, un total de 3.941 personas se quitaron la vida en 2020, el último año del que hay cifras. Fue un récord.

"Las personas que hablan de suicidio en realidad no lo cometen"

"Desafortunadamente, si alguien dice que tiene la intención de acabar con su vida es que lo está contemplando de verdad, y en ese punto, cuanto antes se intervenga, mejor", escribe Villar en su libro. En la adolescencia, según este experto, la mejor intervención es "informar a los padres de la situación de riesgo detectada". De ese modo, ellos podrán contactar con alguien que pueda ayudar al adolescente a cambiar su situación.

"El suicida está determinado a morir"

Según Villar, es falso. El psicólogo apunta que "prácticamente nada en la vida se quiere hacer 'de verdad'", pues la mayoría de las decisiones tienden a la "ambivalencia" como vehículo principal. "Estamos siempre a lomos de un caballo indomable de contradicciones: los fumadores fuman deseando dejar de fumar; las personas se estiran en el sofá deseando salir a hacer algo de deporte. Casi nadie está completa e infinitamente determinado a nada en la vida (...) Nadie se suicida con un 100% de inamovible convencimiento, nadie vive con un 100 % de inamovible convencimiento", escribe. Según él, lo primero que piensa una persona que se arroja al vacío con la intención de acabar con su vida es: "No debería haber saltado".

"La mejoría tras una crisis suicida significa que ya no hay riesgo de suicidio"

El psicólogo explica en su libro que una persona que haya intentado suicidarse tendrá, a priori, "mayor riesgo" de repetir el intento que alguien con ideación de muerte o ideas suicidas que no lo ha intentado nunca. "El período de mayor riesgo son las primeras semanas tras el alta hospitalaria, cuando todavía no se han dado los cambios en la vida o en la forma de percibirla. Por tanto, la calma después de una crisis suicida es el segundo momento de mayor riesgo, solo superado por el momento de la propia crisis", aconseja.

"Hablar del suicidio es una mala idea"

Falso. Villar insiste en que hay que hablar del suicidio, pero que hay que hacerlo "bien". "Hablar del suicidio puede incitar al suicidio si se alienta al adolescente a cometerlo; ofrecer un espacio en el que el adolescente pueda compartir sus ideas es un alivio para el adolescente y una oportunidad de recibir la ayuda necesaria", defiende el psicólogo. "Por el contrario, perpetuar el consejo de no hablar del suicidio, por liberador que pueda parecer para la sociedad, tiene un precio alto para la persona en crisis suicida. El precio es la soledad de alguien que no ha elegido voluntariamente pensar en la muerte", añade.

"La mayoría de los suicidios aparece de golpe sin avisar"

La realidad clínica refleja que la mayoría de las personas que se suicidan o intentan hacerlo "viene de largos procesos de reflexión, de valoración de la posibilidad de hacerlo, frecuentemente vividos en soledad, o volcados en la peligrosa y fantástica herramienta de comunicación masiva que es internet". Según Villar, las personas que se suicidan acaban tomando esa decisión en respuesta a un "desencadenante", pero "no como consecuencia de este desencadenante". "La explosión no la provoca la chispa, sino el cúmulo de gas que llena la habitación en la que se genera la chispa", explica.

"Una vez que alguien es suicida, siempre lo será"

Según Villar, "no existen las personas suicidas, solo las personas en crisis suicida, y depende de todos que salgan de ese estado".

"Solo las personas con trastornos mentales se suicidan"

Como recuerda Villar, el suicidio es "más frecuente entre las personas que padecen trastornos mentales" que entre la población general, pero el suicidio "no es exclusivo de ellas". "Esto es especialmente cierto en la infancia y la adolescencia", recalca. También recuerda que el suicidio por sí mismo no es una enfermedad, sino que aparece como una "complicación" de otros trastornos mentales.

"Solo los psiquiatras y psicólogos pueden prevenir el suicidio"

Aunque los profesionales de salud mental tienen que ocuparse del tratamiento del suicidio, una vez ha aparecido, la prevención, recuerda Villar en su libro, es "cosa de todos". Él llama a la implicación de todos los agentes para prevenir esta realidad.