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Con ciencia

Anticiencia

Un caballero de nombre Joan-Ramon Laporte Roselló ha intervenido ante la «Comisión de investigación relativa a la gestión de las vacunas y el Plan de vacunación en España» del Congreso de los diputados, manifestándose contrario a las vacunas de Pfizer y Moderna con argumentos en verdad peculiares que merece la pena comentar al hablar de ciencia.

Escuchando sus palabras, lo primero que me llamó la atención es que dijese ser especialista en farmacovigilancia, pero no cuál era su formación. Y, más aún, que afirmase tener más de doscientos artículos publicados en revistas revisadas por pares. Para que el lector se haga una idea, yo también tengo publicado un número así pero, como cualquier investigador sabe de sobras, lo importante es el lugar que ocupan las revistas entre las de su campo, fijado por el factor de impacto que tienen en el Journal Citation Reports (JCR). Al no aclarar en qué revistas publica en la larga mención de sus méritos, me ha dado por comprobar cuál es el perfil investigador del doctor (doctor en Farmacia, imagino, que no nos lo dijo) Laporte Roselló en Google Scholar pero, ¡ay!, el especialista no tiene perfil creado. Y los primeros artículos suyos que aparecen en esa misma herramienta de búsqueda son todos textos publicados en revistas locales de Cataluña. Cabe hacerse una idea del tipo de científico que es el compareciente ante las Cortes.

Son varios los disparates que mete en su discurso. El más vergonzante, el de negar que las vacunas de Pfizer y Moderna lo sean ¡recurriendo a la definición de vacuna que hace el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española! Ya se le ha echado en cara que si hubiese acudido a un diccionario más acorde con el significado de lo que es una vacuna, como el de la Real Academia de Medicina, las críticas del caballero Laporte carecerían de sentido. Pero lo peor de su discurso, a mi entender, es su carga de profundidad contra la genética molecular.

Laporte ha acusado a las vacunas de Pfizer y Moderna de introducir un ácido ribonucleico (ARN) en el organismo del paciente que recibe el fármaco. Del todo cierto. Es ése el mismo sofisma que ha utilizado el movimiento negacionista para sostener que las vacunas cambian nuestro ADN. Quien sostenga eso desconoce por completo los principios más básicos de la genética molecular, porque es cierto que existe un determinado tipo de ARN que, introduciéndose en nuestro organismo, logra añadir moléculas de ADN a los núcleos de nuestras células. Se trata de los llamados retrovirus, de los que el ejemplo más en boga en la actualidad es el SARS-Cov-2, es decir, el causante de la Covid-19. Pero el ARN de las vacunas no cuenta con mecanismo alguno que le permita sintetizar cadenas de ADN. Es de suponer que Laporte lo sabe pero no sólo no lo dice sino que da argumentos al negacionismo. Sinteticemos, pues: ¿qué partidos pidieron la comparecencia de alguien así en las Cortes? Por pura misericordia, no lo diré.

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