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Enfermedad

Esclerosis múltiple y enfermedad del beso: entre la esperanza y la cautela

Los neurólogos piden interpretar con prudencia el estudio que apunta a la “enfermedad del beso” como desencadenante de la dolencia

Jacobo Caruncho, vigués afectado de esclerosis múltiple.

Jacobo Caruncho (Vigo, 1988) padeció la “enfermedad del beso” con 18 años. “Fue dos meses antes de hacer la Selectividad y casi me la pierdo”, comenta. Alrededor de una década después, en 2015, le diagnosticaron esclerosis múltiple. Ve con una mezcla de esperanza y cautela el macroestudio estadounidense que apunta al virus de Epstein-Barr, que provoca la mononucleosis infecciosa –llamada coloquialmente la enfermedad del beso–, como causante principal de su dolencia, que afecta a alrededor de 3.000 personas en Galicia y 55.000 en España. “Es una noticia esperanzadora que hace ilusión, pero hay que tener prudencia cuando salen este tipo de noticias”, matiza Caruncho, periodista de profesión.

Su caso es un ejemplo de libro, pero él sabe muy bien lo que advierten los neurólogos: haber pasado la enfermedad del beso en absoluto significa que se vaya a padecer esclerosis múltiple. El macroestudio realizado por científicos de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) concluye que el virus de Epstein-Barr multiplica por 32 el riesgo de sufrir esclerosis múltiple (EM), una enfermedad para la que actualmente existen buenos fármacos y no se debe confundir con la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), sin tratamiento y con una esperanza de vida de unos 3-5 años.

El neurólogo José María Prieto, uno de los mayores expertos nacionales en esta enfermedad, recalca en primer lugar que la EM no es una enfermedad contagiosa y no se hereda. Subraya que todos los tratamientos están disponibles en Galicia y que hay cinco fármacos pendientes de aprobación en Europa. Reconoce la importancia del estudio, por el tamaño de la muestra y el tiempo –10 millones de personas a lo largo de 20 años–, el prestigio de los científicos –de la Universidad de Harvard y liderados por el epidemiólogo italiano Alberto Ascherio– y la categoría de la revista “Science”, una de las más citadas del mundo. Sin embargo, llama a la cautela y a no crear expectativas que luego tal vez no se cumplan.

José María Prieto. Xoán Álvarez

“El virus de Epstein-Barr es un factor necesario pero no suficiente, tiene que haber muchos más”

José Mª Prieto - Neurólogo especialista en EM

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Prieto, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Clínico de Santiago, recuerda que los virus se manejan hace muchos años como una posible causa de la EM, pero nunca se ha encontrado una relación causa-efecto clara. “El virus de Epstein-Barr es un factor necesario pero no suficiente [para desencadenar la enfermedad], tiene que haber muchos más –advierte–. Hace más de 30 años que se investigan los virus en esta y otras patologías: citomegalovirus, coronavirus, moquillo de perro... Nunca se encontró esa relación que se exige en principios de Pasteur en enfermedades infecciosas. Hay factores medioambientales que seguro que tienen que ver, probablemente una combinación de virus que, junto a un factor genético, generan una respuesta inmunitaria anómala contra la vaina de mielina”, explica.

En resumen, haber identificado al “principal sospechoso” no excluye la posibilidad de que desencadene la enfermedad “en compañía de otros”, y falta por hallar la “pistola humeante”, el mecanismo autoinmune por el que se destruye la mielina que recubre las neuronas, el origen de la esclerosis múltiple.

La opinión del neurólogo gallego está en la línea de la Sociedad Española de Neurología (SEN), que ayer reiteró que “las investigaciones siguen apuntando a una combinación de factores genéticos con otros ambientales y no solamente a un único factor”. Entre estos factores ambientales, la SEN señala que se han estudiado los niveles de vitamina D, en relación directa con la exposición a la radiación ultravioleta de la luz solar; el hábito tabáquico, el consumo de sal, la obesidad en la adolescencia y la exposición a diferentes agentes infecciosos como el propio virus de Epstein Barr. Sin embargo, no se ha podido establecer una relación definitivamente consistente con ninguno de ellos.

La SEN, por medio del doctor Miguel Ángel Llaneza, añade que las dos primeras décadas de vida parecen fundamentales para el establecimiento del riesgo de padecer esclerosis múltiple, que habitualmente comienza entre los 20 y los 40 años. Esta hipótesis conecta con la “teoría de la higiene”, según la cual entrar en contacto con el virus en la primera infancia protegería de la dolencia. “Los hallazgos epidemiológicos indican que la prevalencia de la enfermedad es baja en los países en desarrollo y tiende a aumentar en las regiones con mayor situación socioeconómica y saneamiento donde se retrasa la edad de estas primoinfecciones”, agrega la SEN.

Los neurólogos recuerdan que un 95% de la población porta el virus, la gran mayoría sin haber padecido nunca los síntomas de la enfermedad del beso: fiebre, dolor de garganta, inflamación de los ganglios linfáticos y fatiga extrema.

Para José María Prieto, el macroestudio de Harvard, realizado sobre personal del ejército estadounidense, demuestra que una persona no puede desarrollar esclerosis múltiple sin haber estado en contacto con el virus, aunque la investigación reconoce un 10% de personas que padecieron la enfermedad y de las que no se tienen datos que indiquen que hubieran contraído el virus.

Vacunas de ARNm

El estudio de Harvard pone el foco en las vacunas contra el virus de Epstein-Barr. La farmacéutica estadounidense Moderna administró el pasado día 6 la primera dosis de su ensayo clínico en fase I de una vacuna de ARN mensajero, como las del COVID, pero contra este virus de la familia del herpes. La alemana BioNTech, creadora junto a Pfizer de la otra vacuna contra el coronavirus que actualmente se administra en España, publicó el pasado día 8 en la revista “Science” que ha logrado desarrollar una vacuna ARNm probada en “complejos modelos de esclerosis múltiple en ratones” y que ha detectado la supresión de la enfermedad. Son noticias esperanzadoras que hay que tomar con cautela.

José María Prieto cree que si el virus de Epstein-Barr fuera directamente la causa de la esclerosis múltiple “tendríamos una gran solución, el problema es que hay que demostrarlo”. El neurólogo sugiere que hay que investigar a hermanos y familiares de pacientes con esclerosis múltiple, vacunar a la población contra el virus y comprobar, años después, si se reduce la incidencia de la enfermedad. El análisis de 'big data' podría aportar información sobre la probabilidad de desarrollar la dolencia.

“Hay mucho interés en esta enfermedad y mucha investigación, sin ella no es posible avanzar”, recuerda José María Prieto.

Jacobo Caruncho, que tras ser diagnosticado se dedicó a divulgar sobre la EM a través de su premiado portal EMPositivo, coincide en que el macroestudio estadounidense “deja patente la importancia de la investigación y seguir indagando” en la causa de la EM como una “combinación de diversos factores”.

Jacobo Caruncho en 2018. MARTA G. BREA

Caruncho, que está en contacto continuo con pacientes, profesionales sanitarios y colectivos como la Asociación Viguesa de Esclerosis Múltiple de Pontevedra (Avempo), se muestra esperanzado y cauteloso al mismo tiempo. Un futuro sin esclerosis múltiple es el titular que algún día le gustaría escribir, pero sabe que aún está lejano. “Quién sabe si en un futuro se pudiese prevenir, sería una gran noticia”, anticipa.

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