Carmen López (Oviedo, 1997) nunca había considerado que ella podía “aportar algo a Asturias”. Para la surfista invidente, fue una sorpresa que la asociación Yumper, de La Fresneda, la llamara y la reconociera como “Asturiana de braveza” del año 2021. “Eso me hace sentirme valorada por la gente de mi tierra, me enorgullece”, afirma. No puede decir que siempre haya sentido lo mismo. Cuando aún estaba en el instituto, por su ceguera, sufrió “bullying. “Siempre entendí que la gente me veía de otra manera. Pero te duele cuando tus propios compañeros, e incluso algún profesor te ponen barreras y te hacen la vida imposible”, cuenta por teléfono, porque el ojo izquierdo le ha dado problemas este año y no puede salir de casa.

Cuando Carmen López era muy pequeña, tuvo un glaucoma congénito y esa fue la causa de su ceguera: “Para mí es algo natural. Siempre he tenido amigos que tienen distintas capacidades, que van en silla de ruedas o tienen síndrome de Down, y me parece algo normal”. Tampoco fue nunca una traba para hacer su vida. “Yo soy una persona alegre y dinámica y siempre estoy buscando cosas que hacer. Me gusta escuchar música, leer, pasar el tiempo con mis animales y mi familia. No me cambia el hecho de ir a campeonatos o ganar mundiales”, indica.

Aunque Carmen López afirma que no tiene rencor, hubo una etapa de su vida que no fue buena. Coincidió, en primero de Bachillerato, que en su clase del instituto le hicieron “bullying”. “Fue de las maneras más originales posibles”, cuenta ahora con ironía. “Me llamaban ‘puta ciega’ o me decían que no podía hacer determinadas cosas porque no veía. Me tiraban cosas. Me planteé dejarlo todo. Tienes 16 años y dices: que se acabe todo, que no puedo más. Yo buscaba maneras de evadirme y que no me afectaran las cosas. Ahora lo pienso y digo: aprendí que no quería ser como ellos y a manejar la situación. Pero las palabras hacen más daño de lo que se piensa”, reflexiona.

Le salvó, entre otras muchas cosas, acudir al psicólogo. “La salud mental es muy importante para estar bien físicamente. Ahora con la pandemia se ha visto, hay que saber pedir ayuda. Creo que el tiempo pone a cada uno en su sitio y yo ahora estoy en un buen momento”, concluye.

Al año siguiente, en segundo, se dio cuenta de que el Bachillerato no le llenaba, sino que quería ayudar a la gente y se metió a estudiar sobre integración social. Ahí ya había regresado al surf, tenía entrenador y compaginaba estudiar con sus entrenamientos. “El deporte exige presencialidad e ir a clase también. Daba igual que presentara justificantes, que no los aceptaban”, explica. Tampoco cuando estuvo ingresada, cuenta. Entonces, decidió anteponer su salud y lo dejó.

En esos últimos momentos de sus estudios, conoció a Juan Luis Pellitero, que le dio la oportunidad de conocer a perros de asistencia y trabajar con ellos. A partir de esa circunstancia, se puso a estudiar el siguiente año para instruir a este tipo de animales.

Ella fue la que se encargó de educar a “Luna”, homologada oficialmente y que le acompaña desde que tiene quince años. Y, mientras tanto, en el 2020 ganó el Campeonato del Mundo de Surf adaptado de California, cogió el coronavirus a su vuelta y en el 2021 volvió a repetir competición, logrando la plata.

Pero, desde entonces, no ha podido coger ninguna ola: “Hago tres días gimnasio y uno equitación, pero, por el tiempo que hace donde vivimos, es complejo”, explica la joven.

Además, ha sufrido una operación y tras ella y estar ingresada, su año ha sido duro. “Nervios no tengo, lo que tengo es gana”, señala. Ganas de poder estar al cien por cien y seguir probando cosas nuevas.

“Lo que ahora tengo son ganas de hacer es bailes de salón”, asegura Carmen López. Y, probablemente, así sea, pues ella es de las personas de dicho y hecho. Una barrera y un prejuicio más desmontados en su vida.