Allá por 1984, Peter, Ray, Egon y Winston se colaron en los hogares de millones de personas y sembraron una semilla que aún hoy sigue germinando. Eran científicos de la Universidad de Columbia, pero no estudiaban ni física ni matemáticas. Su campo de investigación era, por así decirlo, menos tangible. Aunque para muchos fueron los primeros, no solo los Cazafantasmas despertaron el interés por lo paranomal, después de ellos llegarían infinidad de personajes de ficción que se afanaron en buscar explicación a todo aquello que se escapa al entendimiento humano. ‘El Orfanato’, ‘El sexto sentido’ o ‘El Exorcista’ son solo algunos ejemplos. Y es que, dejando de lado los elementos ficticios marca de Hollywood, encontrar personas que dedican su vida al estudio de lo paranormal no es tan extraño. La fascinación por los fenómenos inexplicables es una motivación intrínseca en la raza humana, y ahí nacen la parapsicología y el oficio del parapsicólogo.

Una imagen de la cinta original de 'Los Cazafantasmas'.

Lejos de la imagen que se ha proyectado a lo largo de los años de aquellos que se dedican a estudiar los fenómenos a priori inexplicables, lo cierto es que la parapsicología está muy alejada de la hechicería, la magia con velas, el tarot o las curaciones milagrosas. Sin embargo, basta echar una mera ojeada en Internet para ver cómo supuestos brujos y videntes se promocionan bajo este distintivo y cuya profesionalidad es cuanto menos dudosa. “La labor del parapsicólogo es investigar supuestos fenómenos paranormales”, explica el profesor Alejandro Parra, doctor en psicología e investigador en parapsicología, y uno de los pocos profesionales en Argentina que estudia esta materia. “El carácter paranormal atribuido a ellos no guarda relación con el sentido anómalo, aunque demos por supuesto que los estados de ánimo facilitan la aparición de ciertos de estos fenómenos”, concreta.

La relación de Alejandro Parra con lo paranormal viene de su adolescencia y de una vivencia que experimentó en sus propias carnes. Aún hoy recuerda lo que experimentó durante una sesión de ‘El juego de la copa’, conocido en España como la ouija. “Mi compañero y yo fuimos los únicos testigos de cómo esa copa se movió unos 30 centímetros sin contacto físico alguno. No pude hallar explicación a ese fenómeno, a pesar de que me cercioré de que no había manipulación alguna”, recuerda. Fue su primer contacto con lo paranormal, una ciencia en la que se formó después y que no ha parado de sorprenderle a medida que han ido pasando los años. “Las experiencias paranormales son anómalas no porque sean inusuales en la población, sino porque la hipótesis de la existencia de un tipo de interacción no medible entre organismos y su medio ambiente parece contradecir el constructo espacio-temporal y energético”, explica.

Desde España, Antonio Pastor, presidente de la Sociedad Nacional de Parapsicología TCI, afirma que se trata de un oficio muy vocacional. “Desde pequeño me intrigaba saber cuáles eran esos ‘fenómenos extraños’ de los que hablaba tanto la gente y, sobre todo, divagaba entre las posibles hipótesis que les dieran explicación”, afirma. Y ahora se dedica a ello, aunque lamenta que se trata de una tarea “muy intensa, incluso agotadora” que no está remunerada: “Realizamos todos los estudios sin ánimo de lucro”, subraya. “En muchas ocasiones tenemos que desplazarnos a otras provincias para llevar a cabo investigaciones que se prolongan durante meses, incluso años, y que en algunos caos no son fructíferas porque en muchos casos nos encontramos con fenómenos efímeros, esporádicos y espontáneos”, cuenta.

Trabajo de campo

Pero, ¿cuál es exactamente la labor de un parapsicólogo? “Controlamos en cada momento las constantes físicas del lugar para constatar posibles alteraciones e indagamos en base a todos los métodos descubiertos en el ámbito de la transcomunicación instrumental para intentar captar esa supuesta comunicación con ese factor inteligente”, indica. Así lo explica también Alejandro Parra, “el propósito es evaluar las variedades de experiencias transpersonales, espirituales y paranormales e integrar sus hallazgos en la teoría, investigación, educación y práctica clínica”.

Es por eso por lo que experimentar estos fenómenos inexplicables no es frecuente ni para los profesionales en parapsicología. “Llevo más de 20 años investigando y experimentando este tipo de lugares y experiencias y no he tenido la suerte de vivir muchos sucesos que rompan cualquier lógica”, explica Antonio Pastor, que sí recuerda con especial nitidez uno de ellos. La atmósfera no podía ser más adecuada: la Cripta de los Gálvez, ubicada en un pueblecito de Málaga, un lugar en el que lleva investigando más de una década. “Estábamos realizando un control de temperatura en plena madrugada y de repente empezamos a sentir frío. La zona estaba delimitada por sensores de movimiento y el acceso contaba con una barrera láser, por lo que cualquier cosa que pudiera penetrar en la zona sería detectada”, cuenta, y prosigue su relato: “En ese momento activo el medidor portátil de temperatura y me percato de que en ocho segundos la temperatura había disminuido 12 grados, un fenómeno que se conoce como termogénesis. En ese momento los sensores de movimiento saltaron, fueron alterados por algo invisible a nuestros ojos”.

La Cripta de los Gálvez, en Málaga.

La labor de divulgación

Aunque parezca un mundo cerrado, Antonio Pastor considera importante la labor de divulgación para acercar la parapsicología a la población. Por eso, desde la asociación que dirige organizan ‘rutas misteriosas’ en diversos lugares de España. “Estas rutas son una gran oportunidad para llegar a todos los que quieran compartir con nosotros esta experiencia. En ellas no solo damos a conocer la historia, sino que acercamos a los asistentes al mundo del misterio. En muchas ocasiones, si contamos con todos los permisos, hemos penetrado en lugares marcados por lo insólito”, explica.

En otro sentido, Alejandro Parra se enorgullece de la labor que ejerce el Instituto de Psicología Paranormal, que se inauguró en 1994. “El ejercicio profesional de la parapsicología carece de matriculación, ya que no existen colegios profesionales y la profesión no está reglamentada”, lamenta.

El reto de la formación

Por ello, es muy difícil encontrar asignaturas sobre parapsicología en los currículos académicos de las universidades al uso, aunque sí hay algunos centros en Europa y Estados Unidos (Edimburgo, San Petersburgo o Virginia figuran en esta lista) que incluyen esta materia. “En nuestro país solo podemos o bien realizar los estudios a distancia o ser autodidacta y aprender de grandes trabajos publicados a lo largo de muchos años sobre esta temática”, lamenta Antonio Pastor, que pide más reconocimiento para una práctica que asegura que está reconocida por la Unesco.