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Historia en viñetas

¿Cómo lograron las mujeres el derecho a voto en España hace justo 90 años?

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Fragmento de la portada de de ’Una mujer, un voto’.

El 1 de octubre de 1931 se aprobaba en España el sufragio femenino en una ajustada votación parlamentaria por 161 votos a favor y 121 en contra. Este viernes se cumplen 90 años de aquel hito histórico en el que la abogada y diputada Clara Campoamor tuvo un papel crucial. Dos años después, en las elecciones de 1933, todas las mujeres mayores de 23 años pudieron ejercer por primera vez su derecho al voto. "Dolores, mi suegra, que murió el año pasado por covid, aún recordaba cuando acompañó, con cuatro años, a su madre a votar. Vivían en un pueblo de Jaén y la gente se echaba las manos a la cabeza diciendo que aquello no podía ser", explica la guionista Alicia Palmer (Madrid, 1959), quien junto a la dibujante catalana Montse Mazorriaga (Terrassa, 1972) rinde homenaje en el documentadísimo cómic ‘Una mujer, un voto’ (Garbuix Books) a aquellas "mujeres olvidadas" que lucharon para que ellas tuvieran los mismos derechos y deberes que los hombres. 

Viñeta de 'Una mujer, un voto'. Palmer/Mazorriaga

El germen del libro está en la Real Fábrica de Tabacos de Madrid, en la que a finales de los años 20 trabajaban 3.000 obreras frente a un centenar de hombres. A ella estuvieron vinculados el bisabuelo y el abuelo de Palmer, represaliado tras la Guerra Civil. "Siempre hemos vivido cerca de la fábrica y hoy existe un movimiento vecinal que quiere reivindicar la lucha sindical de aquellas cigarreras por sus derechos laborales, por la conciliación, por la seguridad y salubridad... -cuenta la guionista-. Y en el cómic pensé que el hilo conductor fuera una muchacha que llega allí a trabajar y a través de sus compañeras va descubriendo también la lucha por los derechos civiles de Clara Campoamor". 

Viñeta de 'Una mujer, un voto'. Palmer/Mazorriaga

Patriarcado y machismo

Esa joven ficticia se llama Mari Luz y al quedar embarazada decide si aborta o no y si acepta o no la proposición de matrimonio de su novio, quien en una viñeta la aleja autoritariamente de una manifestación sufragista afirmando: "El voto de la mujer es una aberración que pone en peligro a la familia". "Era una opinión mayoritaria en la época -constata Mazorriaga-. Había un machismo brutal. La sociedad se basaba en la familia, en el patriarcado, como aún vemos hoy. Y no se contemplaba que la mujer tuviera voto o poder de decisión. Por eso Campoamor también sentó las bases para los derechos de los niños nacidos fuera del matrimonio". Porque en aquella España convulsa de 1931, en una frágil y recién nacida Segunda República tras el exilio del rey Alfonso XIII, "la mujer, al casarse, perdía casi todos sus derechos. Las casadas no pintaban nada. Era impensable que una hija o esposa pudieran tener un criterio y votar distinto del cabeza de familia o que le llevaran la contraria, porque eso para los hombres era una humillación y una ofensa. Aún no se ha superado y de ahí tanta violencia de género hoy día", lamenta Palmer.  

Nuevas generaciones

Ante un guion muy complejo, Mazorriaga, con un estilo "muy suave, sin estridencias", para favorecer la lectura ha intentado "no saturar las viñetas con más diálogo con demasiados detalles". "Y en las partes con más debate político busqué que fuesen las expresiones y los cambios de cámara los que favorecieran el equilibrio entre texto e imagen". Para la dibujante, es "necesario contar a las nuevas generaciones la génesis de la consecución de los derechos que hoy tienen" con medios como el cómic, al que puede acercarse un público al que le cuesta acudir a los libros de historia.

La abogada y sufragista Clara Campoamor, durante un discurso en San Sebastián. Archivo

Y en ese origen, la figura de la tenaz Campoamor y el famoso debate previo a la votación de la nueva Constitución de aquel 1 de octubre de 1931 que la enfrentó a la también sufragista Victoria Kent. Ambas eran fruto de la contradicción de haber podido ser elegidas diputadas por los votos de hombres cuando el sufragio femenino aún no existía. "Las dos estaban a favor del voto femenino, pero en una República que acababa de echar a andar, Victoria temía que este se decantara hacia la derecha recalcitrante porque las mujeres estaban muy lastradas por la Iglesia y por maridos y padres. Por eso ella y los republicanos querían retrasarlo, esperar a que las mujeres estuvieran más preparadas, decían -contextualiza la guionista-. Pero Clara defendía que era ciudadana y mujer, y que como ciudadana reclamaba los derechos que les estaban escamoteando". 

Viñeta de 'Una mujer, un voto'. Palmer/Mazorriaga

"En la votación fue decisiva la reunión previa dentro del PSOE en la que consensuaron que nadie votaría que no y que los que estuvieran en contra se abstendrían -continúa-. Por eso el margen (de 161 frente a 121 votos) fue tan ajustado. Fue la abstención la que facilitó que se aprobara". Pero para llegar a aquel día también fueron imprescindibles muchas otras mujeres, entre ellas, Benita Asas, maestra y feminista que siempre apoyó y ayudó a Campoamor en la redacción de la nueva Constitución de 1931, o la pionera Emilia Pardo Bazán (1851-1921), sobre la que precisamente Palmer publicará este octubre una biografía en cómic con la dibujante Weronika Hancyc en la editorial Cascaborra.

Viñeta de 'Una mujer, un voto'. Palmer/Mazorriaga

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