"Este ha sido un año marcado por la distancia social, la frialdad de una pantalla, ese traje raro que llevan los especialistas sanitarios que me atienden… Un año en el que nos ha costado reconocernos porque no podíamos ver nuestros rostros, nuestras sonrisas.... Sin embargo, este año hemos aprendido a dar apoyo, calor e incluso consuelo con tan sólo nuestras miradas, con nuestras palabras... Un año de pandemia en el que nos hemos reinventado utilizando desde las últimas tecnologías al tradicional boli y papel para ayudar a las familias a comunicarse, para intentar paliar el dolor de la soledad... El miedo y la incertidumbre nos han hecho vulnerables, sin embargo, creo realmente que el ser humano es maravilloso y capaz de superarse ante cualquier adversidad". Ana, enfermera

El día 10 de marzo de 2020, la OMS declara la infección por el virus Sars-CoV-2 pandemia mundial. Como en otras ocasiones, también en este instante crucial, la vocación asistencial lo demandó y los sanitarios se sobrepusieron al miedo para cumplir con su deber. 

Al lado del paciente han estado y todavía permanecen especialmente, los equipos de enfermería. Personas como nosotros que aún a sabiendas de los riesgos, se enfundaron los “EPIs” y en primera línea brindaron atención personalizada y cuidados directos a pacientes de Covid en urgencias, en hospitalización y en las Unidades de Cuidados Intensivos. Era un enemigo invisible y de efectos desconocidos que dadas las circunstancias críticas obligó a aislar y separar a los pacientes de sus familias. 

Acertadamente hemos llamado “héroes” y “heroínas” a quienes además de cuidar y hacer todo lo posible por curar, se han convertido en las personas de confianza del paciente y el nexo de enlace con sus familiares. Una función indispensable para que éstos pudieran transmitir su aliento a personas cuyo mayor reto era seguir respirando y que en muchas ocasiones han encontrado en el buen hacer de la enfermería, la motivación indispensable para no perder la esperanza. 

Además de un compromiso y sacrificio personal, estas atenciones de vital importancia para combatir el virus en plena expansión de la Pandemia han exigido lo mejor de cada profesional. Valentía y decisión para afrontar las circunstancias, cariño, sensibilidad, dedicación y empatía, para acompañar al paciente, calma y serenidad para transmitir esperanza a los compañeros y a los familiares, profesionalidad, comunicación, capacidad resolutiva, aprendizaje acelerado y espíritu de trabajo en equipo como mejor respuesta frente a la covid-19.

Equipo de enfermería de Clínica Rotger.

Momentos duros y esperanza

María

María, enfermera en primera línea desde el principio de la pandemia recuerda la cara de susto de sus compañeros los primeros días en que el virus era menos conocido. Afirma que ha aprendido a detectar el miedo y que le obsesiona asegurarse de que todos a su alrededor se coloquen correctamente el equipo de autoprotección, así como revisar que lo mantengan perfectamente colocado pese a que según explica, tras una hora puesto: “cuesta pensar con claridad”. 

Por otro lado, tampoco oculta la alegría que tuvo cuando los tests de anticuerpos masivos, que Quirónsalud fue el primero en hacer en Balears, revelaron que la mayoría de los miembros de la plantilla hospitalaria se habían enfrentado al virus, “sin contagiarse”. Un éxito que atribuye a que: “nunca faltó material sanitario en nuestros hospitales” y a que se hizo “una buena adaptación de los protocolos de prevención”. 

Actualmente, aunque se ha reducido la incidencia de patología Covid, el trabajo continúa con la misma estructura coordinada que ha implicado a todo el hospital. Por último, destaca que al doblar cada curva de la ola estamos mejor preparados y tras la vacunación del personal sanitario: “ya no hay miedo”. 

Claudia

A pesar de estar acostumbrada a asistir a pacientes con patologías infecciosas, a Claudia la primera palabra que le viene a la cabeza es “miedo”. Le impactó ver llegar a los pacientes llorando, con la incertidumbre de no saber si volverían a casa y se emocionó al ver a muchos regresar con sus familias. Durante los primeros días, se convenció por unos días, además de darles la medicación o arreglarles la habitación, también debían ser “su familia”. 

Todavía con los ojos brillantes, cuenta como enseguida y gracias al ingenio del equipo de enfermería surgieron simples gestos de motivación espontánea cargados de enorme significado: notas de ánimo en las bandejas del desayuno, emoticonos sonrientes dibujados en los guantes para sorprender al paciente y el célebre lema ¡Todo saldrá bien! que algunos enfermeros lucían orgullosos en la pechera de la bata. Detalles que llevaron a los pacientes a apodarles cariñosamente los “Ángeles de la Guarda”.  

Sin duda, nuestra enfermería ha sido la mejor medicina frente a una realidad asfixiante y angustiosa. Precisamente, Claudia revela que para combatir la ansiedad han recurrido al compañerismo y a periódicas sesiones grupales en las que todos han podido abrirse a exponer sus preocupaciones. También confiesa, que otro recurso muy efectivo han sido algunas pequeñas licencias como bailes colectivos y algunos videos divertidos que en otras circunstancias “nunca estarían permitidos”.  

Justo cuando se vivían los peores días, una de las mejores noticias fueron, las primeras altas de pacientes que trajeron una oleada de esperanza que reforzó la moral de un equipo de profesionales que aún con las emociones a flor de piel, en los momentos importantes, siempre se ha mantenido fuerte, sereno y con buen ánimo.  

Equipo de enfermería del Hospital Quirónsalud Palmaplanas.

Rafael

Rafael se muestra impresionado por la respuesta de los profesionales y recuerda con cariño como acompañando a los pacientes de larga estancia durante las videollamadas, “prácticamente se ha sentido un miembro más de la familia” hablando con familiares a los que después ha podido conocer personalmente. La cercanía con el paciente también ha mejorado la comunicación de las decisiones sobre su tratamiento, en este caso Rafael relata como una doctora consiguió calmar a un paciente explicándole que: “Se lo llevaba con ella de la mano a la Unidad de Cuidados Intensivos, y que lo hacía para así, poder cuidarlo mejor”. Con el paso de los meses también se han desarrollado protocolos para permitir que en algunos casos un paciente pueda despedirse de sus familiares o recibir el consuelo de la asistencia religiosa. 

Durante los pocos días de vacaciones que ha disfrutado, Rafa ha dedicado parte del tiempo a explicar su experiencia en un colegio, en el que ha animado a los alumnos a cumplir con todas las medidas de seguridad recomendadas por sus profesores. Por último, agradece los aplausos y todas las muestras de cariño recibidas, pero considera que los merecedores de su aplauso son la mayoría de pacientes que han luchado por recuperarse en circunstancias muy difíciles y celebra que gracias a la actualización constante de las estrategias terapéuticas más avanzadas, “la mayoría de pacientes de su Unidad lo ha conseguido”. 

En lo que todos están de acuerdo es en destacar la coordinación de los departamentos de Clínica Rotger y Hospital Quirónsalud Palmaplanas que han actuado de forma coordinada como “un hospital único” con especialistas de ambos centros trabajando conjuntamente en las plantas de hospitalización, con equipos de limpieza siempre en primera línea, servicios de transporte sanitario para el traslado con seguridad de pacientes contagiados y el excepcional trabajo del Laboratorio de Biología Molecular, referente en las técnicas más avanzadas para el diagnóstico preciso del Covid.