Que el coronavirus ha venido para quedarse ya nadie lo duda.

Estará entre nosotros al menos mientras no tengamos una vacuna esterilizante. Pero las características biológicas del SARS-CoV-2 dificultan extremadamente la consecución de este logro.

Y aunque ahora intentemos olvidarlo, conviene recordar el principio de la pandemia:

  • Aquellos días en los que una variante del SARS-CoV-2 muchísimo menos contagiosa que las actuales colapsó el sistema sanitario a nivel mundial.
  • Jornadas en las que se disparó la mortalidad de tal manera que los servicios funerarios se saturaron porque no tenían capacidad.
  • Dramáticos días en los que las UCIs se vinieron abajo y, al igual que en tiempos de guerra, los médicos se vieron forzados a decidir quién podía tener una oportunidad de sobrevivir conectado a un respirador... y quién no.
  • Nunca olvidaremos cómo los ancianos permanecieron confinados en sus residencias, en su mayoría condenados a muerte.
  • Ni a la enorme cantidad de personas que murieron absolutamente solas, sin poder siquiera despedirse de los suyos.
  • El coronavirus paralizó nuestro estilo de vida llevándonos a un larguísimo confinamiento.

En tales circunstancias el objetivo primordial del mundo fue conseguir cuanto antes una vacuna que ofreciera algún tipo de protección, reduciendo la mortalidad al máximo.

Y logros previos de la investigación básica en biología molecular permitieron desarrollar en un tiempo récord las primeras vacunas de ARN recombinante.

La vacunación masiva nos ha permitido recuperar nuestro modo de vida. Para la gran mayoría de quienes tiene la pauta completa de vacunación, contagiarse de Covid-19 no tiene graves consecuencias.

EP

El SARS-CoV-2 no descansa

Pero la gente sigue enfermando de Covid-19, e incluso sigue muriendo por la infección del SARS-CoV-2, si bien a unos niveles que no resultan comparables, ni de lejos, con la tragedia de los primeros tiempos.

Es cierto que buena parte de los que llegan a UCIs y morgues son antivacunas, e indudablemente semejante pensamiento acientífico fue responsable de un verdadero genocidio.

Sin embargo, el SARS-CoV-2 no descansa y siguen apareciendo nuevas cepas más infecciosas.

Y como consecuencia de todo esto a día de hoy la esperanza de vida se derrumbó entre 3 y 4 años.

Por eso no debemos dormirnos en los laureles.

La vacuna pancoronavirus y la esterilizante

Todavía hay mucho que hacer en el ámbito de la vacunación

Porque con vacunas de ARN recombinante, que es lo que tenemos ahora, periódicamente tendremos que recibir dosis de refuerzo frente a nuevas variantes que vayan apareciendo. 

Por eso quedan pendientes 2 objetivos esenciales en este campo:

1.   El primero es conseguir una vacuna eficaz contra todas las variantes de SARS-CoV-2, incluso contra las que aún no han aparecido.

Y mejor aún sería una vacuna eficaz contra todos los coronavirus: la llamada vacuna pancoronavirus.

2.   El segundo es una vacuna esterilizante.

Con las actuales vacunas incluso tras recibir la pauta completa una persona puede contagiarse y contagiar a los demás, aunque a menudo ni se dará cuenta de que padece la enfermedad.

La vacuna esterilizante ideal impediría que el virus pudiese replicarse dentro de un vacunado.

Pensar en el día después de las vacunas

Cuando se desató la pandemia de Covid-19 quedó claro que nuestro país no jugaba en primera división de la investigación biomédica.

Una pertinaz falta de recursos y tradición científica, unida a una burocracia excesivamente rígida, entre otras muchas cosas, impidieron que pudiésemos estar en la carrera por las primeras vacunas contra el SARS-CoV-2.

Pero, inteligentemente, muchos investigadores en España pensaron en lo que pasaría el día después de que se hubiese vacunado masivamente con las primeras vacunas.

Y empezaron a trabajar en los dos campos que acabamos de mencionar:

  • Una vacuna pancoronavirus
  • Una vacuna esterilizante.

La empresa Hipra presenta las claves de la primera vacuna española Chema Moya

La vacuna española de Hipra

En el sentido de lo que acabamos de ver, la corporación biotecnológica española Hipra ha anunciado que su vacuna podría estar lista para que este otoño se utilizase para un refuerzo vacunal de la población.

Se trata de una vacuna basada por una parte en un dímero de dos proteínas recombinantes del virus, (una de ellas correspondiente a la variante alfa y otra a la variante beta), unida a una sustancia adyuvante que incremente la respuesta del sistema inmune,

Según la compañía, esta vacuna amplía significativamente el espectro de protección de las vacunas de Pfizer y de Moderna frente a nuevas variantes del SARS-CoV-2.

Además, ofrecería una protección más duradera.

  • Podría mantener niveles de anticuerpos neutralizantes más altos y durante más tiempo y quizás ser más eficaz en menores de 16 años.

Y la compañía cree que:

  • "Podemos adaptarla a las variantes que queramos”.

Siendo optimistas incluso podría ser el embrión de una vacuna contra todas las cepas de SARS-CoV-2.

Y quién sabe si en un futuro esta línea podría conducir incluso a una vacuna pancoronavirus.

Rueda de prensa de responsables de la farmacéutica Hipra, de izquierda a derecha Borja Cabezón ( representante del ministerio de Exteriores) , Carmen Cámara ( sociedad española de inmunología ) Javier Granda (voal de la junta directiva de Anis) Elia Torroella (HIPRA ) Ángel Gil de Miguel ( catedrático de medicina preventiva ).

A la espera de la autorización de la EMA

De momento la vacuna sigue esperando la autorización de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), pero Hipra espera conseguir que su vacuna pueda entrar en los planes de vacunación para el próximo otoño, cuando empiece una nueva campaña de refuerzo.

Hipra asegura que ya ha producido más de 100 millones de dosis de sustancia activa y añade que  “la capacidad productiva de Hipra es enorme”.

Tanto que parece que ya dispone del material necesario para garantizar el suministro.

Incluso aparentemente estaría en los planes de Hipra extender su vacuna a otros países de Asia, Oriente Medio y Latinoamérica.

Ojalá que todo vaya bien.

Mejor aún, ojalá que los investigadores españoles consigan una vacuna esterilizante.

Todavía quedan pasos importantes

El problema está en que este tipo de actividades, marcadas por tener un componente grande de innovación, siguen la llamada “ley de los rendimientos decrecientes”.

Eso quiere decir que los logros iniciales son más fáciles. Y que con relativamente poco esfuerzo se consiguen avances notables.

Pero a medida que se avanza en el tema cuesta más y más producir algún avance.

La vacuna pancoronavirus necesitará de un esfuerzo ingente. Y la vacuna esterilizante todavía más.