Este mes de mayo se han cumplido 30 años del primer trasplante de médula ósea que se realizó en Baleares. Ese acontecimiento supuso un antes y un después para los pacientes de enfermedades hematológicas como leucemias agudas y aplasia medular entre otras. Y determinó también el futuro de la doctora Sampol. Aquel 1991 coincidió con su primer año de especialización en el Hospital Son Dureta y a partir de entonces, el trasplante ha sido una de las líneas de trabajo más importantes de su trayectoria profesional.

Tanto han cambiado las cosas desde 1991 que ya ni siquiera son estrictamente “trasplantes de médula ósea”...

Los primeros fueron de médula ósea pero luego se fueron incorporando nuevas técnicas y nuevas fuentes, como fue la utilización de células madre hematopoyéticas a partir de la sangre periférica y también del cordón umbilical. Por eso se habla más de “trasplante de progenitores hematopoyéticos” que de “trasplante de médula ósea”.

¿Cuáles han sido los momentos más destacables?

En 1995, coincidiendo con el inicio de mi trayectoria como especialista en Hematología y Hemoterapia, se realizaron los primeros trasplantes alogénicos en Baleares, a partir de un donante familiar, generalmente un hermano compatible. No fue hasta 2009 cuando se iniciaron los primeros trasplantes a partir de donante no familiar, a través del Registro de Donantes de REDMO-Fundación Carreras. Ello supuso un importante salto cualitativo para los pacientes de Baleares al facilitarles un mayor acceso a este tipo de trasplante sin tener que desplazarse a la península, con los inconvenientes que conlleva. También en 2010 se iniciaron los trasplantes pediátricos.

Finalmente, en la última década ha sido cuando se ha llevado a cabo la mayor actividad trasplantadora, gracias a los importantes avances, como fue el inicio de los trasplantes haploidénticos con nuevas técnicas de inmunosupresión, que permiten vencer la barrera de la compatibilidad y han permitido que prácticamente cualquier persona que necesita un trasplante pueda disponer de un donante. Es decir, la compatibilidad absoluta entre donante y receptor ya no es imprescindible y la probabilidad de encontrar un donante es mayor. También estamos viviendo la incorporación de las nuevas terapias dirigidas y la terapia celular avanzada que nos permite mejorar en muchos aspectos el tratamiento, con mayor eficacia y menor toxicidad que en el pasado.

¿Qué significa para usted la celebración de este 30 aniversario?

En realidad supone un recorrido por mi trayectoria profesional. La principal implicación para mí, desde la perspectiva histórica, es el nuevo enfoque que supone la incorporación de terapias como la génica y la inmunoterapia celular. Estamos viviendo una época de grandes cambios que probablemente nos harán cambiar radicalmente el enfoque del tratamiento de muchas enfermedades, fruto de un mayor conocimiento de su biología. En hematología se abren muchas puertas de cara al futuro, es un reto muy emocionante para mí tener la oportunidad de trabajar para lograr implantarlas al máximo nivel en nuestra comunidad para poder ofrecer lo mejor a nuestros pacientes.

En abril se hizo el trasplante número 1.000. ¿Cuáles son las principales diferencias entre el primer trasplante y los más recientes?

Han cambiado muchas cosas desde el primer trasplante. Los tratamientos de soporte son mucho mejores y conocemos mucho acerca de las enfermedades y los efectos adversos del trasplante. Ahora somos capaces de monitorizar las infecciones y disponemos de tratamientos más efectivos, pero sobre todo podemos prevenir y anticiparnos a muchas de esas complicaciones. Sabemos cómo monitorizar la enfermedad mínima residual por técnicas de biología molecular y citometría de flujo muy sofisticadas, que nos permiten anticiparnos también a las recaídas. Disponemos de terapias dirigidas a mutaciones somáticas que nos permiten complementar el trasplante de una forma más eficiente y evitando toxicidad y efectos secundarios.

LA OPINIÓN

“Soy muy optimista en cuanto al futuro. Creo que  Alcanzaremos una medicina de precisión que evitará incluso el trasplante”

¿Cómo ha mejorado la calidad de vida del paciente trasplantado?

No tiene nada que ver la de los pacientes que se trasplantan hoy con los que se trasplantaron hace tres décadas. La calidad de vida es mucho mejor. Por ejemplo, hemos conseguido que una gran parte del trasplante el paciente pueda realizarlo estando en su casa a través de una estrecha monitorización desde el hospital. En 2019 iniciamos el programa de trasplante autólogo ambulatorio con un alto grado de satisfacción para los pacientes. Esto era impensable en los años 90, cuando casi se les mantenía en burbujas de aislamiento para evitar las infecciones, una de las principales complicaciones del trasplante.

¿Cómo se lleva a cabo esa hospitalización domiciliaria?

Reproducimos las condiciones que tenemos en el hospital durante la fase de aislamiento, para que el paciente pueda estar en su casa, con bombas de infusión de antibióticos y otros fármacos que necesitan y con las mismas restricciones en cuanto a dieta, visitas e higiene pero en un ambiente menos hostil, en su domicilio, con sus libros, su ordenador, su televisión, su sofá... Hay pocos hospitales que se hayan lanzado a hacerlo, pero está comprobadísimo que si el paciente entiende su enfermedad y colabora en su curación, el ambiente domiciliario es más seguro y hay menos infecciones que en el hospital. Por supuesto, hay que tenerlo todo muy controlado y que a la mínima señal de alarma tengan una entrada preferente en el hospital. Siempre hay una habitación reservada pero no ha hecho falta en ningún caso.

¿Cómo de importante es la parte humana?

Es esencial. En toda la práctica médica lo es, pero el paciente oncohematológico requiere una atención especial básicamente por el tipo de tratamiento que reciben y las frecuentes y largas hospitalizaciones que requieren. Por ello, contamos con la ayuda de psico-oncólogas.

Forma usted parte del Grupo Español del Mieloma (GEM). ¿Cómo ha beneficiado esto a su gestión del servicio en el hospital?

El GEM junto con el GETH (Grupo Es- pañol de Trasplante Hematopoyético) son grupos de trabajo cooperativos muy importantes en nuestro país. La perspectiva de colaboración es lo que nos ha permitido avanzar e incluso ser pioneros a nivel mundial en muchos de los nuevos tratamientos que se han ido incorporando en los últimos años en beneficio de nuestros pacientes. El ideal de colaboración y trabajo en equipo con responsabilidad y transversalidad es la huella más importante que ha dejado en mi forma de gestionar mi servicio.

En cuanto al futuro, ¿qué mejoras podemos esperar en lo que respecta al tratamiento de las enfermedades hematológicas?

Hoy por hoy somos la especialidad en la que se están introduciendo más avances, ya no sólo desde el punto de vista farmacológico sino también a nivel biológico, por el mayor conocimiento de los trastornos genéticos que condicionan las enfermedades hematológicas con la posibilidad de utilizar ingeniería genética para corregir de forma dirigida estos trastornos. Hay muchos campos en desarrollo, no sólo en oncohematología, también en el tratamiento de la hemofilia, medicina transfusional, etc. Soy muy optimista en cuanto al futuro, creo que alcanzaremos una medicina de precisión, dirigida, que evitará muchos de los tratamientos clásicos que hasta ahora estamos realizando e incluso el trasplante. La terapia con CAR T cells, por ejemplo.

*Contenido impulsado por Celgene, una compañía de Bristol Myers Squibb