La acción se produjo en el minuto ochenta y seis, pero sigue en la retina de Sergi Darder y del mallorquinismo muchas horas después. Era la jugada perfecta, incluso soñada y en el escenario ideal, para encarrilar la permanencia cuando todavía quedan cinco jornadas para el final ante el rival directo por eludir el descenso. El problema es que la pelota no entró y los bermellones deberán tener paciencia para respirar tranquilos.

Morlanes y el artanenc entraron juntos en el sesenta y nueve, ya con el 1-1 en el electrónico, e insuflaron aire a un centro del campo del Mallorca que lo necesitaba, pero a punto estuvieron también de darle el triunfo que hubiera hecho mucho más corto este intenso final de temporada.

Todo surgió con un soberbio pase al espacio que el aragonés se sacó de la chistera para que Darder encarara absolutamente solo a Conan Ledesma. Y quizá eso fue lo que impidió que el 1-2 fuera una realidad. El balear tuvo demasiado tiempo para pensar a medida que se iba acercando a la meta a toda velocidad. Lo hizo todo bien, pero a la hora de definir apostó por un punterazo que rozó en el cancerbero amarillo y que después se estrelló de forma violenta en el poste. El Nuevo Mirandilla gritó aliviado tras quedarse mudo por un instante al mismo tiempo que ningún ‘dimoni’ se podía creer lo que acaba de suceder, la ocasión había sido clarísima.

El fichaje más caro de la historia del club, con diez millones de euros, se llevó las manos a la nuca consciente de lo que hubiera supuesto materializar esa oportunidad. Se quedó con las ganas de ser el héroe en un curso que, ni mucho menos, está siendo como imaginaba en lo personal, sin el protagonismo deseado ya que hace tiempo que dejó de ser indiscutible para el técnico Javier Aguirre.

Su nombre acaparó todos los titulares en la histórica semifinal de la Copa del Rey ante la Real Sociedad al anotar el penalti decisivo de la tanda, algo que se hubiera repetido este domingo en el caso de que ese balón hubiera tocado el poste y hubiera entrado. Fútbol.