Lo de la falta del gol del RCD Mallorca es pura desesperación. En un partido en el que con un mínimo de acierto los bermellones se habrían llevado los tres puntos ante un Sevilla ramplón, el resultado final fue una derrota –y ya se ha perdido la cuenta a domicilio– y de nuevo volver a abonarse al sufrimiento antes de la gran final por la salvación que será el domingo ante el Cádiz. 

La de ayer era una grandísima oportunidad de pegar un golpe sobre la mesa y acudir al choque en el Nuevo Mirandilla con relativa tranquilidad. Los seis puntos son buenos, pero afrontar el duelo con siete o nueve de ventaja hubiese sido casi decisivo. Pero de nuevo, la falta de colmillo en el área rival volvió a condenarles.

El postrero tanto de Abdón, que siendo el delantero con menos minutos es el pichichi tanto en Liga (6) como en Copa del Rey (6), no sirvió de nada ante la descomposición que sufrió el equipo al verse por detrás en el marcador. 

La falta de gol tiene un nombre claro: Vedat Muriqi. El delantero kosovar tuvo en sus botas las ocasiones más claras, pero sigue negado de cara a portería, en mala forma y el equipo lo está acusando demasiado, ya que tampoco están acompañando en la tarea del gol. 

En el primer minuto, tras una jugada ensayada, tuvo la primera, pero su remate lo bloqueó un defensa. En el doce, tras un centro de Jaume Costa, se impuso por alto a Gudelj, pero su remate picado lo atajó sin problemas Nyland. 

Radonjic, sin duda lo mejor del partido, probó suerte con un disparo raso, y provocó la ocasión más clara del partido. Una gran jugada individual que dejó a Muriqi solo ante Nyland, pero su remate cruzado, cuando ya se colaba, lo interceptó Ramos. El gesto de desesperación del atacante lo dijo todo. El extremo serbio, antes de ser sustituido, tuvo otra gran ocasión que repelió el palo. Y ahí se acabó el partido. 

No hay gol en la plantilla y el Mallorca se jugará el todo por el todo ante el Cádiz. Ha dejado pasar la primera oportunidad, pero no puede repetir la misma historia este domingo.