Hace tiempo que ha dejado de ser noticia que Javier Aguirre no hable de la actuación de los colegiados, ni aunque su equipo haya sido el perjudicado, como ocurrió el sábado en Vallecas. «Arbitrar es muy difícil, no pasa nada, hay que apoyarles, el resultado es justo», son algunas de las respuestas del mexicano cuando se le pregunta por los árbitros. Para algunos, muchos quizá, además de ser un ejemplo de deportividad, es una acertada decisión. Para qué meterse en problemas si al final no sirve para nada. Pero para otros, que también son cantidad, sus amables palabras ponen de los nervios a más de uno, que esperan del máximo responsable técnico del equipo que levante la voz, que de vez en cuando dé un golpe sobre la mesa para quejarse de una aparente injusticia, como la de Vallecas. Como hizo Antonio Sánchez, autor del segundo gol rojillo: «Es una jugada que deja dudas. La hemos visto desde el banquillo y hay una mano antes. Por esa parte nos vamos un poco confundidos». O como los accionistas Steve Nash y Stu Holden, que mostraron su disconformidad con el penalti: «Penalti por mano en el minuto 97 según el VAR. RDT ni siquiera mira la pelota y se lanza hacia González. Por favor, explíqueme cómo eso es penalti», criticaron. ¿Tanto cuesta pronunciarse sobre una jugada sin caer en la mala educación? Eso es lo que se echa en falta de Aguirre, que se pronuncie sin tapujos y deje de decir obviedades como que arbitrar es muy difícil. Eso ya lo sabemos.
Raúl de Tomás debió ver roja.
Si Melero López, árbitro del Rayo-Mallorca, hubiera expulsado a Raúl de Tomás -sin ninguna personalidad, le retiró la roja que le había mostrado a instancias del VAR-, se hubiese ahorrado la jugada polémica del partido, el penalti de Gio sobre el jugador madrileño que no vio el árbitro pero sí Soto Grado desde la sala VOR. Lo que no vio, o quiso ver este último con todas las comodidades y repeticiones del mundo, fue el empujón del exjugador del Espanyol que desequilibró a Gio en el salto y provocó que el balón impactara en su brazo. Toda la buena segunda parte -los mejores minutos de la temporada- se fue al traste por una acción que debió acabar en nada y que costó dos puntos preciosos al Mallorca.
El penalti no habría llegado si el árbitro, sin ninguna personalidad, no hubiera retirado la tarjeta roja a RDT
«Escucho y hablo con los jugadores,
pero la última palabra la tengo yo», dijo Aguirre antes del partido ante el Barça sobre si los futbolistas le habían sugerido ser algo más atrevido en los planteamientos. Escuche o no, lo cierto es que el técnico ha cambiado desde la goleada en Girona (5-3). Ante el conjunto azulgrana jugó con dos puntas, Muriqi y Abdón, y en Vallecas, por tercera vez desde que entrena al Mallorca, utilizó una defensa de cuatro. Las dos veces anteriores fue en su primera temporada, ante el Alavés y el Granada, el del famoso 2-6. La verdad es que el equipo juega mejor, y, casualidad o no, se vio la mejor versión de Darder como medio centro, con un pase de escuadra y cartabón a Antonio solo a la altura de unos pocos elegidos.
Sorprendente el anuncio del técnico del Llosetense,
Nico López, en su cuenta de X (antiguo Twitter), que se quejó, y con razón, de que el colegiado Xavier Cubas Torras no dejase hacer la pausa de hidratación en el partido que su equipo jugaba en Son Bibiloni contra el Mallorca B de Siviero, que también quería hacerla. Todo bajo un sol de justicia.