Muriqi salvó los muebles en el descuento. Un gol de penalti provocó el empate del Mallorca en su visita al José Zorrilla en un encuentro loco que empezó perdiendo, que consiguió remontar a lo grande y que, cuando parecía que la derrota iba a ser el destino final, el kosovar firmó un punto que sabe a gloria (3-3). Fue una montaña rusa de emociones frente a un aguerrido Valladolid, al que le ganará en el golaverage, que acabó con los bermellones más cerca de Primera.

El doblete de Muriqi y el tanto de Morlanes, que se estrenó como titular, dan aire a un equipo que está defendiendo mucho peor que en la primera vuelta, las cosas como son. De ahí que encajara tres tantos, tan groseros como evitables, que le complicaron mucho la vida. Sin embargo, estas tablas rompen la racha de seis derrotas seguidas fuera y permite mirar con alivio la clasificación cuando quedan diez partidos para el final. La salvación está ahora a siete puntos, un colchón importante, sobre todo si se tiene en cuenta que apenas ha sumado tres de los últimos dieciocho.

El fútbol es un deporte maravilloso que cuando castiga hace daño. Porque la única explicación de que en el descanso el resultado fuera de 1-0 reside en la efectividad en las áreas. El Mallorca no se mereció ir perdiendo, pero Kike Pérez sacó petróleo.

Sin embargo, mejor ir por partes. Era previsible que los locales empezaran con la intensidad que reclamaba Pezzolano desde la sala de prensa, incluso que tuvieran mucho más la pelota. Lucas Rosa probó fortuna con un tiro desviado, incluso el debutante Hadzikadunic respondió con un chut que blocó Masip, pero la realidad es que en solo siete minutos los visitantes estuvieron más cerca del gol que en muchos partidos completos. Fue el tiempo que transcurrió entre el veinte y veintisiete. Rajkovic lanzó un soberbio pase desde su posición a Costa, que ganó la posición a su marcador y el pase a Amath fue rematado de forma deficiente cuando tenía toda la portería para él. Muriqi no se lo creía porque estaba preparado para rematar, pero el que debía preguntarse qué había pasado era el senegalés.

Sin embargo, poco después en otra buena acción, Maffeo le envió al primer toque un sensacional pase que volvió a dejar al africano ante Masip, que tocó lo justo con la pierna para que el balón se marchara fuera. La ocasión fue clarísima, pero no fue la última con Amath como protagonista. Galarreta le filtró una asistencia soberbia a la espalda de la zaga y el menudo ariete intentó sortear a un Masip que fue más listo y le arrebató la pelota. Costa y Muriqi, que seguían la acción de cerca, se desesperaron. Sabían que estaban perdonando demasiado y eso suele ser sinónimo de problemas. Y el que llegó fue gordo. Un desajuste defensivo habilitó a Kike Pérez, que estaba increíblemente solo, para que controlara y soltara una volea imparable para Rajkovic. Ver para creer. El Mallorca acusó el golpe de lo lindo y la mejor era que llegara el descanso.

Y la reanudación tampoco invitó al optimismo porque Óscar Plano, con un remate a bocajarro, obligó al cancerbero serbio a realizar una de las paradas de la temporada. Y eso que hay para elegir. Hasta que en el minuto cincuenta y dos el escenario empezó a cambiar. Un gran pase de Maffeo con la izquierda, a pierna cambiada, provocó que Muriqi cabeceara al fondo de la portería y dejara en inútil la estirada de un Masip que tocó el balón. Es un tanto de delantero centro puro, de esos que últimamente no anotaba el kosovar y que necesitaba como el comer. Y cinco minutos después, casi sin tiempo para saborearlo, llegó el clímax. Kang In Lee lanzó una falta que se estrelló en la barrera y el rechace le llegó a Morlanes, que a la primera soltó un derechazo espectacular que instaló el 1-2 en el electrónico. 

Este resultado era oro puro para las aspiraciones de salvación del Mallorca, que había logrado una remontada a lo grande. Y podría haber sido más amplio, pero Amath, otra vez, no elegió la mejor opción y su tiro se topó con un defensor. Pezzolano reaccionó introduciendo mucha gasolina con la entrada de Amallah, Iván Sánchez y Escudero. Su equipo lo notó de inmediato.

En una acción en la que no parecía que tuviera mucha trascendencia, Plata le ganó en el salto a un blando Hadzikadunic, Larin le cedió el esférico a Amallah, que logró el empate con un chut impecable desde dentro del área. Un error en cadena imperdonable.  

Los baleares volvieron a quedar noqueados y el Valladolid lo aprovechó para insistir. Larin, primero, y luego Escudero, que se encontró con un gran Rajkovic, demostraron que tenían el cuchillo entre los dientes. Aguirre introdujo a Grenier y Antonio porque necesitaba que los suyos recuperaran el balón. Muriqi, con un cabezazo flojo tras un pase de Kang, lo intentó, hasta que llegó el momento más cruel en otro error defensivo difícil de entender en un equipo con el sello del mexicano. Kenedy centró al corazón del área y el mallorquín Monchu cabeceó libre de marca para poner el 3-2 en el marcador. Es imposible hacerlo peor, sobre todo cuando hay tanto en juego. La locura llegó al José Zorrilla, que no sospechaba lo que sucedería en el descuento.

Unas manos inocentes de Larin, pero muy claras, provocaron que el árbitro, tras la llamada del VAR, señalara penalti. Era el minuto 94 y Muriqi tenía en sus botas firmar un punto salvador y su diana número doce. El internacional chutó fuerte y al centro para empatar un partido con muchas curvas. Visto lo visto, un paso más para seguir en la elite.