El fútbol es un deporte tan maravilloso, tan democrático, que es de los pocos que el pez chico se puede comer al grande, que David pase por encima de Goliat. Eso es lo que pasó ayer en Son Moix, donde un Mallorca gremial, solidario como ninguno, derrotó al gran Real Madrid campeón de Liga y de Europa, a la vez que desesperó. Once jabatos vestidos de rojo, que convirtieron el partido en una trinchera, en un dolor de muelas para un rival al que dejó sin respuesta. Una victoria liderada por un Rajkovic sensacional, decisivo al detener el penalti a Marco Asensio, el único mallorquín sobre el terreno de juego; y por Muriqi, el rey de las áreas. Llevó al límite a Nacho en el autogol del central madridista en un centro de Dani Rodríguez, otro que ha dormido a pierna suelta. El kosovar es lo más parecido al futbolista total, el inicio y el final de todo. Defiende, ataca, para el juego cuando toca, contraataca, combina y culmina.

Muriqi es lo más parecido al futbolista total, el inicio y el final de todo, el indiscutible reyde las áreas

Hay ocasiones en que la victoria llega de la forma más inesperada y ante el rival que posiblemente ni en tus mejores sueños podrías pensar en ganar. Sería del todo injusto decir que los de Aguirre se llevaron los tres puntos por el autogol, fundamental, sin duda. También porque el equipo entró al campo sabiendo de memoria lo que tenía que hacer, con la consigna de no dejar respirar a su ilustre rival. 

Con esta victoria el Mallorca alcanza los 28 puntos y se consolida en la zona tranquila de la tabla y alejado de las plazas de descenso. Está en un momento en que no sabe si mirar arriba o abajo. Pero lo que sí es seguro es que está más cerca del objetivo de la permanencia y cuando antes lo consiga más tiempo tendrá para pensar en cosas más importantes.

El duelo empezó con sorpresas antes de que el balón echara a rodar. Valjent se cayó por fiebre, y Courtois tuvo que dejar su sitio a Lunin por unas molestias en el precalentamiento. Una baja sensible para cada equipo. Pero tanto Gio como Nastasic, sustituto del sancionado Copete, rayaron la perfección.

Desde el primer momento se quedó patente que no era un partido más para el Mallorca. Tener enfrente al vigente campeón de Liga y de Europa pone. Vaya si pone. Los hombres de Aguirre entraron revolucionados, como si fuera el último partido de sus vidas, posiblemente la única forma de superar a un coloso como este. La consigna estaba clara, defender con orden y salir a la contra. Poco más se puede hacer ante un rival con jugadores como Vinicius, Tchouameni, Valverde y compañía. Esto y actitud, mucha actitud, como la que tuvo Dani Rodríguez, por ejemplo, un todoterreno en el centro del campo, dispuesto a lo que fuera por hacerse con un palmo de terreno.

Vinicius se mete en todos los fregados y haría bien en dedicarse a jugar y a olvidarse del ambiente y del árbitro

Gran parte de la atención estaba puesta en Vinicius, persona non grata para la afición del Mallorca. El brasileño, por si le quedaba alguna duda, lo pudo comprobar a los cuatro minutos, en el primer balón que tocó, cuando fue objeto de falta por parte de Dani. Vinicius, un gran futbolista, haría bien en dedicarse a jugar y olvidarse del ambiente y del árbitro. Lo protesta todo y se mete en todos los fregados, aunque la supuesta acción conflictiva le pille en el otro lado del campo. Vio una amarilla en el último minuto de la primera parte por un pisotón a Maffeo y pudo ganarse la segunda tras el pitido final del primer periodo cuando protestó al árbitro, al que le faltó personalidad para expulsarle.

A los trece minutos llegó la jugada clave del partido cuando un centro de Dani fue rematado en propia puerta por Nacho, que pugnaba por el balón con Muriqi. Hubo confusión en un primer momento porque el kosovar casi no celebró el gol. Efectivamente, la diana hay que anotarla al central del Real Madrid, cuyo cabezazo superó a su compañero Lunin. Muriqi, que ayer cumplió un año de su debut, tendrá que esperar para marcar su primer gol en Liga este año. El Mallorca estaba en una situación inesperada. Antes del cuarto de hora iba por delante en el marcador.

La consigna seguía siendo la misma. Orden y aprovechar la contra que se pudiera presentar. La táctica surtió efecto porque el Madrid no sabía cómo meter mano a un Mallorca al que no le importaba cometer cuantas faltas fueran necesarias para cortar el ritmo de su rival, 29 en todo el partido. A Rajkovic no se le recuerda ni una intervención de mérito, salvo el penalti.

La segunda parte comenzó con la misma tensión que la primera, con las miradas puestas en Vinicius. Conocedores los rojillos de que el 20 madridista tenía tarjeta amarilla, olieron sangre. Raíllo y Maffeo, que firmó un marcaje espectacular sobre el extremo, intentaron provocar la expulsión, sin éxito. Precisamente Vinicius sería el protagonista en la jugada del penalti, sin discusión, de Rajkovic. El serbio enmendaría su error con una parada espectacular a Marco Asensio. Todos sus compañeros se abalanzaron sobre él. No era para menos. La parada fue memorable.

Cinco minutos después Ancelotti movió ficha y dio entrada a Modric por Valverde. El italiano buscaba con el croata encontrar algo de luz para superar la tela de araña del Mallorca. Ancelotti quemó todas sus naves con la entrada de Kroos, Mariano y Alaba. Pero el Mallorca no se inmutó. No había que tocar ni una coma de un guion posiblemente poco atractivo, pero tremendamente efectivo. Ocho minutos añadió el colegiado. El acoso del Madrid era cada vez mayor, pero el Mallorca llegó a la orilla sano y salvo, en un triunfo espectacular y que pone al equipo en otra dimensión.

El Mallorca celebra el triunfo ante el Real Madrid Pere Joan Oliver

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La afición del Mallorca ha animado sin descanso al equipo. Pere Joan Oliver

La segunda parte comenzó con la misma tensión que la primera, con las miradas puestas en Vinicius. Conocedores los rojillos de que el 20 madridista tenía tarjeta amarilla, olieron sangre. Raíllo y Maffeo, que firmó un marcaje espectacular sobre el extremo, intentaron provocar la expulsión, sin éxito.

Precisamente Vinicius sería el protagonista en la jugada que costó un penalti al Mallorca. Rajkovic le derribó en el minuto 57 y el árbitro no lo dudó. Pero el serbio enmendaría su error con una parada espectacular a Marco Asensio desde los once metros. Todos sus compañeros se abalanzaron sobre él. No era para menos. La parada fue memorable.

Cinco minutos después Ancelotti movió ficha y dio entrada a Modric por Valverde, que acababa de ver tarjeta amarilla. El italiano buscaba con el croata encontrar algo de luz para superar la tela de araña que fue toda la tarde la defensa del Mallorca. Ancelotti quemó todas sus naves con la entrada de Kroos, Mariano y Alaba. Pero el Mallorca no se inmutó. No había que tocar ni una coma de un guion posiblemente poco atractivo, pero tremendamente efectivo.

Ocho minutos añadió el colegiado en un final de infarto, sin nadie moviéndose de sus asientos. El acoso del Real Madrid era cada vez mayor, pero el Mallorca logró llegar a la orilla sano y salvo, en un triunfo espectacular y que pone al equipo en otra dimensión.