El fútbol son momentos, rachas, y cuando son positivas hay que exprimirlas. El Mallorca está instalado en una dinámica extraordinaria, no solo de juego, sino de resultados. Ahí es nada sumar 10 puntos de quince cuando te acabas de enfrentar a Valencia, Villarreal, Atlético de Madrid, Real Sociedad y Espanyol. De ahí que el aficionado mallorquinista deba lamentarse de que llegue este maldito Mundial que nadie quiere, en plena temporada.
Ante el Atlético, el Mallorca jugó uno de los mejores, sino el mejor encuentro de la temporada. Un partido con sus armas, esa defensa eficaz y ese espíritu de equipo con un derroche físico como demuestran tener pocos conjuntos. El Mallorca no tiene Muriqi dependencia, pero el kosovar es el hombre resolutivo en todas las facetas, que acompaña el juego de este equipo. El temor a que el kosovar se convierta este invierno en objetivo de algún fichaje relámpago de algún club con necesidades está ahí. No es el único jugador decisivo. Rajkovic también ha convertido la portería en un lugar casi inexpugnable. El serbio ataja cuanta pelota con peligro ha superado esa línea defensiva convertida en un muro.
El tempranero gol del Mallorca situó el partido donde lo quería el equipo de Aguirre, que además de defender tuvo criterio para mover el balón y desesperar a un equipo que venía en una racha negativa, que le ha hecho dudar de los argumentos que le han convertido en grande. El Mallorca llevaba camino de codearse con ellos si no hubiera llegado la cita de Catar.
