El cúmulo de despropósitos en Elche se resume en el tercer gol de los ilicitanos, poco después de la salida a por uvas del portero en el segundo o el tiro cruzado de un jugador rodeado de cuatro contrarios que fueron espectadores en el primero.
Así se resumen los tres goles encajados por el Real Mallorca en el Martínez Valero, otrora recinto mitificado por el mallorquinismo con aquella lejana, muy lejana Copa del Rey, y no lo digo solo por los casi veinte años pasados desde entonces.
Cuatro jugadores bermellones asistieron al primer gol franjiverde; Sergio Rico que no sale ni a tomar café, llegó tarde en su, además, mala salida y regaló el segundo. Y el rebote cómico en las piernas de Kang-in Lee para el tercer gol es la firma.
Javier Aguirre fue valiente: puso en el campo juntos, con tiempo por delante, a Salva Sevilla, Take Kubo, Kang-in Lee, Ángel y Muriqi, y ni por esas porque quizá entre todos, no se aclararon.
Se defiende mal y se ataca peor después de que el discurso tradicional sea que los partidos se ganan en las dos áreas. Bendita solución para el mallorquinismo.
Ahora a pensar en otro partido clave, el del Alavés, aunque Getafe y Elche fueron claves y no se aprovecharon.
