Samuel Etoo no ha perdido un ápice de su agilidad. Antes la usaba para driblar a los rivales sobre el verde, ahora la utiliza para esquivar preguntas incómodas: «¿Qué le dice al mallorquinismo que esperaba que un día se retirase en el conjunto bermellón?» El silencio y una sonrisa por respuesta, la suya, la más característica, aquella que le salía cuando marcaba goles con la elástica bermellona y aquella que le sacaron cuando el Mallorca destapó el mural que el club ha realizado en su honor.
Una hora antes del inicio del encuentro la planta noble de Mallorca y Barcelona se encaminaban hacia la puerta 0 del estadio. Ahí, bajo una lona, descansaba la obra del artista mallorquín René Mäkelä. El presidente del Barça, Joan Laporta, el del Mallorca, Andy Kohlberg, el CEO de negocios del club, Alfonso Díaz, y el propio artista del mural, entre otros, secundaban a un Samuel Etoo que, bajo una mascarilla negra y una gorra beig, se daba un baño de masas ante la que un día fue su afición.
La obra, un mural gigante con su efigie de 7 metros de ancho por casi 10 de alto, se descubría ante la atónita mirada y los aplausos de los allí presentes y Etoo, en la que un día fue su casa, agradecía el bonito gesto de la entidad mallorquinista: «Doy las gracias por darme la oportunidad de poder seguir siendo parte de esta gran familia. Le deseo toda la suerte al club. Desde fuera vemos que esta entidad poco a poco va creciendo. Mi amor antes y después siempre ha sido el Mallorca, todo el mundo lo sabe. Quiero mucho al Barça, pero el Mallorca pasa por delante del resto de clubes del mundo».
Tras todos los abrazos y las fotos protocolarias, Etoo firmaba la obra y se encaminaba hacia el césped del estadio. Allí realizaba el saque de honor de un partido que acabó disfrutando desde las gradas de la que un día fue su casa.