Con los deberes hechos, a Luis García no le ha importado hablar de futuro. «Porque yo, si no pasa nada extraño, sigo aquí. Llevaba cinco años dando vueltas por el mundo y ansiaba un proyecto estable. Estoy encantado de estar en esta isla y siento que lo bueno está todavía por venir», reconocía el técnico del Mallorca, encantado con el equipo que ayer, otra vez, sumó un nuevo triunfo para colocarse ya con 78 puntos en la tabla.

«La base de este equipo es muy buena», reconocía orgulloso, «pero todo el mundo sabe que cuando se produce un ascenso es necesario reforzar». «A esta buena base hay que darle un toque de calidad. Si hacemos un buen trabajo durante el verano, creo que este proyecto puede asentar al equipo en Primera División. Estoy convencido de que lo mejor está por llegar. Esas son mi ambición y mis ganas. Después del Zaragoza nos reuniremos para planificar lo mejor», reconoció.

Pese a que el madrileño no quiso entrar a valorar qué pasara con Budimir, aseguró que «no hace falta ser muy listo para darse cuenta de que este equipo necesita un delantero».

Luis García, ayer más nostálgico de lo habitual, recordó que hay capítulos ‘malos’ en la vida que también te ayudan a mejorar. «Por ejemplo, yo viví seis semanas en Villarreal. Fue llegar, sentarme e irme. Pero mira qué cosas tiene la vida, allí estaba Pablo (Ortells) y me vio trabajar. Esa experiencia rara me ha llevado a vivir ahora uno de los mejores momentos de mi carrera deportiva», reconoció el preparador bermellón, quien admitió, a regañadientes, que este martes le tocó hacer «de poli malo». «De todas maneras les he dejado hacer. Había mucha tensión acumulada después de una temporada en la que no hemos dejado de luchar y entiendo que era un momento para relajarse», resaltó.

El preparador del Real Mallorca, quien se ha impuesto como meta alcanzar los 80 puntos esta temporada, señaló que «ojalá existiera alguna posibilidad de celebrar el ascenso junto a la afición».