En beneficio del sentido práctico y de la respuesta pronta, mejor plantear la cuestión al revés: ¿Queda algún lugar en Mallorca exento de masificación? En caso afirmativo, mejor no desvelar su ubicación para no hacerle perder su condición privilegiada y excepcional.
El hecho es que cada día se reproducen con mayor intensidad lamentos adelantados en el calendario a causa de arrinconamiento residencial por invasión turística incontrolada. Los ciclistas acaparan las plazas de los pueblos del Pla, llegar a Sóller es rendirse al caos y la pérdida de tiempo, alcanzar el faro de Formentor comporta entregarse al riesgo propio y ajeno, en la caleta de Portals Nous saltan las alarmas por la expansión de servicios turísticos en lugares preferentes y en Santa Ponsa las hamacas llevan camino de convertirse en obstáculo de paso. Estamos solo a 3 de mayo pero los gestores públicos de la evasiva y la observación distante parecen empeñados en enquistarse en el 2 de mayo de la sobrexplotación turística.
Convendría reaccionar y hacer algo antes de que la convivencia pase de dificultad puntual a imposible y de que el único negocio de todos se vaya a pique. ¿Le divierten a usted las vacaciones en cola permanente para lugares saturados?
Pero no, los rezagados ayuntamientos del Pla piensan en cómo ingeniárselas para incorporar el modelo turístico de la costa a sus municipios y los de Llevant ceden el paso preferente a turistas en los caminos de uso rural. Es una carrera con poco sentido hacia adelante y, cuando alcancemos la pared insalvable o el precipicio ya veremos.
De no cambiar las cosas, el salvavidas vendrá por movilización vecinal, como ese Banc de Temps de Sencelles que saca las vergüenzas a la problemática de la vivienda.
