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Los hipogeos de Sa Mola de Felanitx: La muerte como informadora de la vida

En unos meses saldrá a la luz una publicación sobre las cuevas funerarias (hipogeos) del término de Felanitx que incluirá un estudio sobre la edad del bronce en Baleares. La Fundació Mossèn Cosme Bauçà se encarga de la edición y el profesor Bartomeu Salvá es uno de los autores

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Los hipogeos de Sa Mola de Felanitx Pere Estelrich i Massutí

La palabra Hipogeo, derivada del griego, es el nombre que reciben las cuevas excavadas por el hombre con el fin de servir de tumba. De hecho, la palabra significa «cámara subterránea hecha a mano».

Muchos de estos espacios han sido, durante siglos, dejados al amparo de la naturaleza, con lo que se han ido cubriendo de vegetación y han servido de cobijo de animales, como murciélagos y otras criaturas. Hoy, afortunadamente, se están limpiando y adecentando para que puedan dar información sobre cómo era la vida en Mallorca hace más de cuatro mil años. El cómo se moría, en definitiva, informará sobre cómo se vivía en aquella época.

Este tipo de cuevas no son propias de ninguna zona concreta del planeta, así que las encontramos en sitios tan dispares y alejados entre sí como el Próximo oriente y Colombia, en América

Ahora bien, para Bartomeu Salvá, historiador, «existe una corriente mediterránea que hace que en esa zona del planeta se encuentre una densidad muy grande de hipogeos, corriente que, como era de esperar, incluye a nuestra isla».

Movidos por el interés en conocer cómo vivían los habitantes de Mallorca hace miles de años, los historiadores y arqueólogos, han ido buscando y localizando este tipo de cuevas, las han catalogado e incluso las han adecuado para que puedan ser visitadas. Se trata de un trabajo lento, pero cuyo objetivo es recaudar información sobre las maneras de vivir de nuestros antepasados. Por otra parte, su estudio también servirá, con el tiempo, para ampliar la riqueza patrimonial prehistórica de la isla, que no es poca.

En Sa Mola de Felanitx se encuentran algunos de estos hipogeos que, si bien su estudio está en una fase todavía embrionaria, los historiadores piensan que pueden dar mucha información al respecto.

Preguntando a Bartomeu Salvá, investigador y pionero en los trabajos realizados en los Closos de Can Gaià de Portocolom, sobre si los hipogeos indican que había poblados y vida a su alrededor, contesta: «No era habitual que esas sociedades vivieran en cuevas, solían vivir fuera de ellas en cabañas circulares hechas de piedras y arcilla y, es de suponer, pero sin una certeza absoluta, que su poblado no estaba muy lejos de esas curiosas tumbas, aunque, en nuestro caso concreto de Baleares, podría ser que incluso a unos quilómetros de distancia, así que establecer la relación entre los lugares de vida y de muerte es complicado. La Prehistoria es una época en la que los investigadores no podemos concretar demasiado, pues se encuentran lagunas y contradicciones incluso a la hora de establecer la época en la que vinieron nuestros primeros antepasados».

¿De qué época son esos hipogeos? Para el historiador «debemos situar los primeros alrededor del 2000 antes de Cristo, la edad del Bronce, e incluso más hacia atrás».

Por lo que a estatus social hace referencia, parece que no había distinciones ni categorías. «De todas maneras», añade Salvá, «existen cuevas más complejas y otras menos, unas de planta circular muy simple y otras de planta alargada, todas con una profundidad que va del metro y medio a los seis metros como máximo. ¿Puede el tamaño indicar estatus social? No podemos asegurarlo. El hecho es que no hemos encontrado más elementos como joyas o armas, en un tipo especial de cuevas, con lo que parece que no existían las jerarquías a la hora del traspaso, ni tampoco durante la vida diaria. La diferencia entre hipogeos puede ser debida a otras razones, culturales, de costumbres o familiares, pero no de poder».

Hablar con el profesor Salvá sobre los hipogeos de Sa Mola de Felanitx implica obligatoriamente referirnos a las excavaciones cerca de Portocolom, las de Closos de Can Gaià. «Seguramente esta manera de enterrar a los muertos en cuevas hechas por el hombre sea anterior a la época en la que se habitó el poblado de Closos, pues parece que hacia el 1400 ya no se construían hipogeos y Closos va de 1700 a 850. Puede que convivieran algún tiempo, pero sería poco. Ahora bien, todo es hipotético».

Es lógico pensar que, si en una zona existen cuevas naturales, los hipogeos no eran necesarios, pues construirlos no era tarea fácil, si pensamos que se debían hacer picando con piedras más fuertes que la propia roca, pues los metales encontrados en esa época son solamente pequeñas puntas de lanza o abalorios decorativos. «De todas maneras», continúa Salvá, «estos hipogeos están situados en áreas que para esas sociedades primitivas debían tener un significado especial, como de frontera entre el aquí y el más allá, un lugar, en cierta manera para ellos, mágico. Así lo ha constatado un compañero mío, Jordi Hernández, en un estudio realizado sobre las cuevas d’Es Pil·larí cerca de Palma». 

Porque si bien es cierto que nos estamos refiriendo a los hipogeos del término de Felanitx, Sa Mola no es el único sitio de Mallorca en el que se pueden encontrar cuevas excavadas por el hombre con fines mortuorios. En Cala Sant Vicenç están otras que el profesor Salvá aconseja visitar sin ninguna duda: «Están muy bien conservadas y bien valen una excursión». Estas cuevas de la zona de Pollença ya fueron estudiadas y descritas por otros historiadores, Guillem Rosselló Bordoy, Lluís Plantalamor Massanet y Jaume Murillo Orfila. Los tres firmaron el trabajo sobre ese espacio en un texto titulado Cala de Sant Vicenç: una necrópolis de cuevas artificiales.

Y hablando de publicaciones, las que se refieren a la prehistoria de Mallorca no abundan. Si bien es cierto que de un tiempo a esta parte se realizan estudios en ámbitos universitarios, las fuentes siempre remiten a unos libros que, a pesar de tener sus años, bien pueden servir para iniciarse en el tema. Nos referimos a títulos como Las cuevas sepulcrales del bronce antiguo de Mallorca, de Cristóbal Veny; Excavaciones en la necrópolis de cuevas artificiales de Son Sunyer (Palma de Mallorca), del ya citado Guillem Rosselló; Cuevas artificiales funerarias de Mallorca, de W. J. Hemp; El hombre primitivo en Mallorca, del jesuita Miguel Alcover; y El bronze final a les Balears, de Manuel Calvo Trías y el mismo Bartomeu Salvà. Son solamente algunos títulos que durante un tiempo han servido de referencia y, sobre todo, han establecido las bases sobre las que se han realizado y se realizan hoy tesis y seminarios.

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