El capítulo de hoy del serial sobre la adaptación normativa de todo lo consumado en el nuevo Hotel Formentor, incide en la barra libre abierta a disposición y antojo de la promotora y en el repliegue de las administraciones para poder llevarlo a cabo. Hasta la Dirección General de Residuos pone por escrito que se ha excedido en sus funciones de asesoramiento con los teléfonos echando humo. Que vaya un particular desamparado con la misma demanda y veremos qué ocurre. Salvo nuevas piruetas, los escombros acabarán en Mac Insular, como suele hacer todo hijo de vecino. Las 124.000 toneladas de material a trasladar, después de meses de retrasos y alternativas fuera de toda lógica, no son los únicos escombros por tratar. La gestión del asunto en sí también se ha convertido en un monumental escombro que deja contaminación de agravio, tolerancia exagerada y profesionalidad cuestionable. Este tipo de actuación tóxica necesita por igual reparación y reciclaje consecuente con garantías de evitar repeticiones.
