El libro ‘Historia de la nieve en Sóller’ desgrana los episodios en los que el valle se ha cubierto de blanco desde los años cuarenta hasta la última que se registró cuando el temporal Juliette azotó la Serra de Tramuntana. Licenciado en Geografía dispone, además, de una red propia de estaciones meteorológicas repartidas por toda la comarca.
¿De dónde le viene el entusiasmo por la nieve?
Creo que ver nevar nos genera ilusión y diversión y nos ayuda a sacar al niño que todos llevamos dentro. Hay que decir también que el hecho de que la nieve sea escasa de ver todavía hace que la valoremos aún más
¿Cómo valora la nevada que nos dejó el temporal Juliette?
Fue abusiva en las montañas e inexistente en el valle porque no cuajó. Hubiese podido ser más equilibrada.
¿Por qué ha hecho un libro sobre la historia de las nevadas del valle?
Porque tenía mucha documentación y quería que saliera a la luz: llevo más de diez años investigando las nevadas y había llegado el momento de poner esta información al alcance de todos. En un primer momento lo propuse a la UIB como una tesis doctoral y ante la respuesta negativa, decidí hacerlo por mi cuenta y así surgió la idea de editar el libro.
¿Cómo han cambiado las nevadas de Sóller actuales en comparación con las de hace cincuenta años?
Es un fenómeno parecido al de las lluvias: ahora nieva menos, pero más drásticamente, lo que lleva aparejado un peligro. La vegetación cada vez está menos acostumbrada: los pinos han ganado espacio a las encinas y han sido los pinos los que peor lo han pasado durante la pasada nevada, convirtiéndose en un auténtico peligro para los conductores y los senderistas.
¿Cuál ha sido la peor nevada que ha sufrido nuestra comarca a lo largo del último siglo?
Hay dos datos a tener en cuenta: enero de 1891 y febrero de 1956, y ambas fueron unas nevadas que se alargaron durante una semana. La nevada de 1891 fue tan fuerte que la gente acudía a la iglesia para hacer rogativas implorando al altísimo que les liberara de la «blanca calamidad», según cuentan los periódicos de la época. En cuanto a la de 1956, el grosor en Sóller fue de entre 40 y 55 centímetros y los huertos sufrieron mucho. De los naranjos sólo quedaron los troncos
Para usted, ¿qué sería una buena nevada?
La que llega hasta Sóller, perdura varios días y viene sin helada asociada. También, evidentemente, la que cae en forma de parches grandes, como una imagen navideña.
¿Es consciente del daño que también provocan las nevadas?
Sí, pero forman parte de nuestro clima. Duelen, pero al igual que las sequías, las inundaciones o los incendios. Debemos tener presente que un porcentaje elevado del daño que hacen las nevadas es inevitable.
¿Cómo repercutirá la pasada nevada en el suministro y reservas de agua de la isla?
Muy positivamente: antes de las nevadas los embalses de Cúber y Gorg Blau estaban alrededor del 35% de su capacidad y actualmente superan el 90%. Hemos tenido suerte ya que en la Península están muy mal en lo que se refiere a las reservas hídricas. Nuestra situación nos permitirá afrontar la temporada turística con tranquilidad. Sin embargo, esto no debe ser excusa para derrochar agua, que siempre es un bien escaso.
¿Qué condiciones deben darse para que nieve a Sóller?
Es muy difícil: por un lado, la temperatura debe ser de menos ocho grados a 1.500 metros de altitud, y por otro deben soplar vientos húmedos de tramontana..
Es curioso que este año haya nevado más en la zona de Levante que en la nuestra. ¿A qué se debió ese hecho?
A que en aquella zona la precipitación fue más intensa y el aire frío bajó más.
¿Cuál ha sido la nevada más tardía en nuestro valle?
Dentro del pueblo fue el 11 de marzo de 1883; y en el Puig Major fue el 6 de mayo de 1991, precisamente el día de la Fira de Sóller.
¿Y la más importante que se recuerde?
Fue la que se produjo en el año 1985. En Lluc se acumuló un grosor de 1,2 metros y en Son Torrella alcanzó los 1,5 metros.
¿Se esperaba la fuerza de la borrasca Juliette?
Sí, porque el mar estaba más caliente de lo normal y el choque de masas de aire gestó una borrasca muy profunda. Esta vez los pronósticos no se equivocaron.
¿Tiene algún otro proyecto en marcha?
Sí, ya estoy trabajando en un libro sobre las nevadas del siglo XIX. Tratará de los efectos en Sóller de la «pequeña edad de hielo» que se dio entre los siglos XV y XIX. Se trata de una época interesante en la que predominaron unas temperaturas más frías que las actuales, algo que propició que lloviera y nevara mucho más que ahora. Estoy totalmente enganchado
