Después de la mayor crisis de la historia del turismo en Mallorca a causa de la pandemia, Punta Ballena sigue estando allí, a las puertas de una nueva temporada. Inmune a todo, ya sea la cuarentena más dura del mundo turístico, el decreto de excesos o el vídeo viral de turno.

Es el apéndice festivo de Magaluf, el lugar que algunos aspiran a desterrar al responsabilizarlo de todos los males. Pero los empresarios de la zona, entre acusaciones de alentar excursiones alcohólicas y entre los primeros vídeos escandalosos de rigor de la temporada, se reivindican. Y se reafirman en la idea de que no son precisamente ellos los que se han quedado atrás en el esfuerzo para mejorar el destino.

Ellos defienden que han realizado inversiones millonarias para mejorar sus locales – «sin igual en Mallorca»– y que los años del happy hour (concepto que, por cierto, nació en Magaluf en pleno boom turístico), los años del alcohol a granel y barato son cosa del pasado.

Precios de las bebidas.

«Puedes decir que hemos cambiado las cervezas por el Moët Chandon», suelta a su interlocutor uno de ellos, dejando una frase grandilocuente y algo exagerada en el paraíso británico de las pintas, pero que transmite la idea de que los bares de la zona no han querido quedarse atrás en la carrera hacia un nuevo modelo turístico.

De hecho, dando una vuelta por la zona, uno puede encontrarse con listas de precios que rivalizan con cualquier chiringuito glamuroso del Mediterráneo occidental: una botella de Dom Perignon Rose, 780 euros; una botella de tequila Don Julio 1942, 1.100 euros, y así una larga lista de licores de tres y cuatro cifras.

Precios de las bebidas.

El de los empresarios de Punta Ballena es un sector del que se habla mucho (generalmente para mal), pero que no suele hablar por sí mismo, y en eso no han ayudado los sucesivos fiascos de asociaciones para aglutinar a la calle, dividida históricamente por rencillas personales.

En una conversación con este diario, uno de los principales empresarios de la calle que nunca duerme, Alejandro Jara, se revuelve contra el estigma que algunos le siguen colgando a la zona. «Aún no hemos sacado la cabeza, aún no hemos abierto, aún no ha empezado la temporada, y ya nos están dando palos», suspira Jara.

Bares sin igual

«En todo Mallorca, y lo digo bien alto, no hay bares que se puedan comparar a los de Punta Ballena. Los empresarios han invertido millones en reformarlos. Y los precios que estamos cobrando no los cobran en todo Mallorca. Lo que pasa es que después es muy fácil que todo el mundo hable mal de Punta Ballena», argumenta, en alusión a las advertencias realizadas recientemente por la asociación de comerciantes Acotur, sobre la proliferación, en este inicio de temporada, de promociones de excursiones alcohólicas y de party boats (fiestas en barcos). Todas ellas son prácticas prohibidas por la administración municipal y autonómica.

«Nosotros somos los primeros que no queremos pub crawling, pero eso, además, son cosas que ya pertenecen al pasado. Lo único cierto es que hay que valorar el trabajo que hacen los empresarios que acaban de salir de una crisis provocada por los dos años de cierre de sus locales y que están yendo a los bancos para hipotecarse y mejorar sus negocios», sostiene Jara, quien lamenta que, en los últimos años, todo ese esfuerzo no se ha visto correspondido por la administración. «Nosotros ponemos la música, pero hace falta un director de orquesta que nos ayude», dice.

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Empresarios de Magaluf: «En Punta Ballena, hemos cambiado las cervezas por el Moët Chandon» Juanlu Iglesias

Paseo marítimo pendiente

En un Magaluf que en la última década ha sido sometido a un intenso proceso de cirugía urbana para embellecerse (con una gran obra pública pendiente: el nuevo paseo marítimo), algunos empresarios de la zona expresan su sorpresa por el hecho de que Punta Ballena siga prácticamente igual que hace 30 años.

Señalan que el pavimento está roto y que no se ha dado una solución al sistema de depositar las basuras.

Como para todo el sector turístico de Mallorca, la temporada para Punta Ballena se presenta con buenas perspectivas, sólo ensombrecidas por los problemas para encontrar personal y por la aplicación - «demasiado estricta», apuntan- del decreto de excesos.