El hecho de que dos direcciones generales clave de una misma conselleria emitan dictámenes de contraposición irreconciliable transmite una mala combinación de improvisación, inseguridad y carencia de coordinación elemental exigible a una misma nomenclatura. Es un derrumbe de la gestión, cuyos escombros son muy difíciles de recolocar sobre cimientos de credibilidad.
Sí, rectificar es de sabios, pero también un instrumento de urgencia para anárquicos, perezosos, individualistas y rezagados. La difusión del traslado de las toneladas de despojos de obra del hotel Formentor a dos solares municipales de Pollença ha hecho ver la verdadera dimensión del problema. Y el despropósito que significaba. La condición pública de La Vinyeta y Can Febus no admite recinto para vertederos preferentes incapaces de contener el deshecho producido en Formentor.
Es muy posible que Espacios Naturales viera una vía de escape, un alivio, ante la posibilidad de sacar los escombros de un espacio natural protegido.
Pero Residuos ha leído la cartilla al despacho de al lado y al ayuntamiento de Pollença que, de nuevo, deberá ponerse a trabajar y exigir papeles, elementales y claros, en formato homologado, a la promotora del hotel reconvertido.
El desaguisado deja una resaca y un reguero de mal ambiente en una conselleria que por definición solo aspira a tenerlo a nivel medio.
Se supone que, por lo menos, la lección queda aprendida y que, cuando se decida la evacuación y destino definitivo de los escombros del Formentor que todos conocimos, aún que fuera desde la distancia, será sin cabos sueltos, libre de engaños y con argumentos legales y creíble.
