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Lletra menuda: la suciedad anegada y dañina

El fiscal reconoce que se está buscando una solución a los vertidos en la bahía de Palma.

Tanto el Govern como Cort están encantados con el tanque de tormentas destinado a domesticar los vertidos fecales en la bahía de Palma. Hablan como si hubieran logrado introducir el diluvio en un enorme depósito y desde él manejar el grifo de la desembocadura en el mar.

Pese a haber invertido 27 millones en el invento y tener una previsión de control del 90%, convendría aplicar un poco más de cautela. Por dos motivos, uno, porque cada vez llueve peor y otro debido a los numerosos antecedentes de desastre con infraestructuras insuficientes y obsoletas.

Pero, aunque se obtengan los deseables logros esperados, tampoco resulta aconsejable reincidir en el viejo vicio de limitar la mirada a la capital.

El agua, sucia o limpia, no sabe de demarcaciones, términos municipales o respeto a las praderas de posidonia. Discurre por donde más le conviene denunciando con ello abusos y falta de medios. El GOB también acaba de hacerlo.

El grupo ecologista solicita directamente la retirada de los emisarios ante la evidencia de que, con el estado deficiente que presentan la mayoría de depuradoras, no hacen más que contaminar de forma directa. Las infraestructuras de saneamiento de residuales han acabado siendo inadecuadas a base de deterioro de uso y sobrexplotación. Queda mucho trabajo por hacer bajo tierra en materia de suministro y evacuación de aguas.

Los ecologistas se quejan por igual de la falta de información sobre la incidencia de estos males sobre una posidonia que no es la única afectada. Como alternativa de solución, en buena lógica, se apunta la reutilización de las aguas depuradas y una red de alcantarillado consecuente.

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