Al margen de los vaivenes de su propia realidad y necesidad, Portocolom se ha convertido en los últimos tiempos en reflejo del pulso que mantiene la pasividad de las administraciones con las reivindicaciones o presiones sociales en relación a la salvaguarda de elementos patrimoniales de carácter único.
En caso de Portocolom es, además, particularmente significativo porque el paso de tortuga de Ports contrasta con la sensibilidad y presión de colectivos muy activos. Como todo lugar marinero, está sujeto a las sacudidas de los temporales, como el de está semana misma, pero también se demuestra que padece los embates del temporal, mudo pero igualmente voraz, del trámite que nunca llega a consolidarse en solución material práctica. Pagan las consecuencias los varaderos de sa Capella y del moll de sa Duana que no se benefician de la zona BIC y desde hace años acarician, pero no consuman, una restauración vencida por el desmoronamiento bajo el agua.
