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Lletra Menuda | El clima descuartiza la provisión de la despensa

'Porcs negres' en una finca de Sant Joan. R.F.

La matanza del cerdo perdura en la Part Forana pero ha cambiado de forma notable. Se ha adaptado a las necesidades y costumbres actuales. Lejos ya de ser aquella fiesta familiar con convite para allegados, juegos y ágape gastronómico en un día que daba para todo, hoy es un intensivo de trabajo rápido y práctico en el que se procura la provisión de productos únicos que solo se pueden dar con garantía en esta isla. Acorde con los tiempos modernos, la matanza del cerdo se ha diversificado, sin renunciar al engorde propio del animal, puede ser también por encargo o parcial, con alternativas para adquirir carne y preparar solo, si uno quiere, lomo o sobrasada, pongamos por caso.

Sin embargo, todo esto se puede ir al traste, por lo menos este año y a efectos de calendario, como consecuencia del desbaratamiento del clima. Con el calor del verano dilatado hasta el mes de noviembre, es muy arriesgado amasar sobrasada y botifarrones o adobar una carne que queda demasiado expuesta a insectos intrusos. Para acabar de pifiarlo, la producción del apreciado tap de cortí o del mismo pimentón imprescindible en las matanzas queda reducida a la mitad por efecto de la misma desorganización climática.

Con todo ello, la despensa queda sujeta a restricciones. Bostezará hasta que el otoño se ponga a tono y se pueda obrar al cerdo con un mínimo de seguridad. Entonces también será el momento de acelerar para recuperar el tiempo inutilizable y porque la Navidad estará cerca y quien sabe si el calor al acecho.

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