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Lletra menuda: El afán por reiterar el aislamiento

El mismo Madrid que no quiere oír hablar de congestión aeroportuaria tiene la última palabra, por lo menos en teoría y capacidad normativa, sobre la autorización de helipuertos en Mallorca. Nada nuevo en este sentido porque ya conocemos de sobra el criterio estatal relativo a los accesos a la isla y su apetencia por un control del transporte aéreo y marítimo que va mucho más allá de la seguridad reservada al Estado.

A falta de novedades pues, intentaremos desmenuzar el significado de esta nueva moda potentada consistente en llegar y salir de casa en helicóptero. Es un nuevo cerrojazo sobre el concepto de insularidad y propiedad, el establecimiento de mayores islas dentro de la isla y el menosprecio a valores naturales y a una cultura de la hospitalidad en un lugar en el que la costumbre y la necesidad han enseñado a sus residentes que, aún con privacidad de por medio, la tierra es de y para todos.

Así que los helicópteros pretenden sobrevolar y aterrizar sobre la identidad de Mallorca con pretextos que se alejan de la realidad porque lo lógico es que, cuando uno levanta casa propia, sea en la Serra de Tramuntana o en la de Llevant, asegure el modo de llegar a ella con pie firme y paso discreto.

Aunque el Gobierno se decidiera por autorizar los helipuertos particulares, cabe confiar en su inviabilidad porque no pueden aterrizar sobre el Plan Territorial de Mallorca ni sobre las medidas proteccionistas de los espacios naturales. Pretextos tan endebles como los esgrimidos por la propiedad de Son Orlandis en Andratx aconsejan no crear precedentes frente a una moda que planea sobre la propiedad extranjera de las grandes fincas mallorquinas.

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