Un día ejerció de estación no reconocida con parada y avería para autocares controvertidos y hoy aspira a ser un espacio amable para gente de a pie. Olía a gasoil y ahora busca huecos fértiles para las plantas ornamentales. De plaza solo ha tenido la placa porque por ella ha pasado todo el mundo y solo se han parado los coches en el semáforo o el atasco.
La plaza de des Cós puede ser un buen reflejo de la evolución urbana y social que está experimentando Manacor, una ciudad que ahora sí parece entregada al autorreconocimiento y a la autoaceptación. No es tan fácil ni cómodo como aventura el Ayuntamiento porque en una urbe de génesis improvisada los intereses están desorganizados y la movilidad, sin transporte público interior ni tradición de uso de la zapatilla, resulta compleja para ensamblar al peatón con el coche dando preferencia destacada al primero.
De momento, con las obras que se inician ahora, solo se puede avanzar que la plaza des Cós estará, al fin, en condiciones de hacer honor a su digno nombre.
