En un año en el que la recolección de casi todos los cultivos terrestres se queda en poco menos que testimonial debido a las altas temperaturas y el flagelo del sol abrasador, resulta reconfortante ver que en el mar las cosas van algo mejor.
La temporada de llampuga empieza bien. Las capturas del primer día ponen cebo al optimismo con una prevención de cautela porque falta comprobar cómo ha afectado el calentamiento del agua del mar a la desovación. En todo caso, persiste el optimismo. Es importante porque el año pasado la temporada de capturas fue mala.
El sector profesional dedicado a la pesca de llampuga ha sabido autoregularse con eficacia en beneficio propio y de los consumidores. De este modo resulta más factible lograr la rentabilidad para las 34 embarcaciones que se dedican a este arte de pesca en Mallorca. Con buenas capturas los precios y costes se equilibran y, en consecuencia, también sale beneficiado el consumidor porque la llampuga es hoy un pez revalorizado y apreciado en cuanto a recursos nutritivos y gastronómicos. A ello ha contribuido de manera decisiva la mostra de Cala Rajada que precisamente el año pasado anduvo a la deriva debido a la escasez de piezas. Pero si precisamente las 8 embarcaciones del mismo Cala Rajada han alcanzado la primera jornada el cupo de 150 kilos por barca y dia, significa que las cosas llegan a buen puerto, en todos los sentidos. Este año existen fundadas esperanzas de poder comer llampuga a buen precio y con variedad suficiente de guisos.
