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OPINIÓN

Magaluf es la ley de excesos

Una panorámica de Punta Ballena.

Un magnate inglés quiere purificar Magaluf para vengar la muerte de su hermano, tendría más suerte limpiando Sodoma. El relato parcial que Maximilian White efectúa del fallecimiento fraterno incluye a vigilantes violentos y a policías que presionan al estilo George Floyd. Sin embargo, sabemos que Punta Ballena es incompatible con las borracheras y con los excesos empresariales o policiales. Lo afirma la Fiscalía, se lo jura el Govern.

Ahora mismo en otra plaza judicial, el fiscal ha tachado literalmente todos los folios de su acusación en el caso Cursach donde aparecía la palabra Magaluf, que pronto definirá la esencia no solo penal de Mallorca. Los acusadores han decretado que el entorno se define por un respeto escrupuloso a las normas de convivencia, por parte de empresarios y funcionarios. Así sea.

Sobre todo, el Govern decretó una ley «contra el turismo de excesos», que en ningún caso contempla la narración elaborada en plan Liam Neeson por el hermano del fallecido. El Pacto fue más allá de asegurar que estos comportamientos no debían repetirse, garantizó que no iban a repetirse, citando expresamente Magaluf.

Por tanto, antes de que la fiscalía y el Govern se conjuren para determinar que en Punta Ballena no se ha producido ningún incidente letal porque así lo han decretado ambos, matizaremos que Magaluf es la ley de excesos.

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