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Lletra menuda

La negación de la suciedad palpable

El Ayuntamiento de Calvià asegura que los contenedores incapaces de admitir todos los desperdicios que se les presentan y la basura desparramada por la calle con la que amanece Magaluf, no se corresponde con la realidad del lugar. Seguro que el de Petra afirma lo mismo ante el estercolero urbano que ya se observa en los anárquicos preámbulos de las fiestas patronales.

La Mallorca del turismo de masas y borrachera y la interior de juerga ocasional y movilidad juvenil padecen de forma desigual una misma lacra de incivismo y diversión irresponsable. No se curará porque los ayuntamientos, amigos de la tolerancia clientelar, la niegan y maquillan. Es como si mandaran a los vecinos residentes al oculista y otorrino para que revisaran su vista y olfato por incompatibilidad con lo que ven y huelen a diario.

El reciclaje y la eliminación selectiva de residuos sólidos domésticos corre el peligro de estancarse en esta isla de la permisividad si se sigue tolerando a la ligera el abandono indiscriminado de todo tipo de desperdicios de diversión callejera. Resulta exigible responsabilidad y si es caso, sanción a quien se propase, pero tampoco puede ser que los ayuntamientos bendigan y admitan con una mano lo que niegan con otra. Los comportamientos municipales y la del público en general, por decirlo de algún modo, no invitan al optimismo en cuanto a salubridad de la vía pública.

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