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La contención del ocio deformado

El turismo conlleva, por definición y naturaleza, un marcado tono festivo. No solo va asociado al relax y a la diversión, sino que halla en estas condiciones su razón de ser. Se supone, por tanto, que solo deben desbaratarlo el accidente o la enfermedad, pero no es así porque últimamente el incivismo y la falta de respeto y tolerancia a los demás lo están carcomiendo de forma preocupante. Es el efecto de la masificación que emana de una sociedad a la que se le tambalea algún cimiento.

Que las autoridades y el sector turístico reclamen la llegada adelantada de la Unidad Antidisturbios de la Guardia Civil para esta temporada y que acentúen la llamada a la cordura, no es un buen pronóstico. Significa que no las tienen todas consigo y que el envoltorio de la “temporada histórica” que se avecina, en cuanto a ocupación, contiene abundantes peligros en su interior. De entre ellos destaca el turismo de borrachera y otras desviaciones de excesos y altercados varios. En Calvià, el Mallorca Live Festival y la Nit de Sant Joan no ven la cosa clara en cuanto a tranquilidad y equilibrio entre convivencia vecinal y turística. Es lo que se puede pensar a la vista de las medidas difundidas tras la junta local de seguridad celebrada ayer.

Una parte considerable del ocio turístico se esta deformando, no solo en Calvià, también en el conjunto de Mallorca en distinto grado. La lista de infracciones legales cometidas y los accidentes incomprensibles producidos ya este año hablan bien a las claras en este sentido.

Visto el cariz que han tomando las cosas, se impone una reconducción de la situación que no puede depender ya solo de las autoridades. Necesita la concienciación, con resultados prácticos, de los usuarios de los servicios turísticos. Mallorca no es un paréntesis para el incivismo.

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