La pandemia, por fin decreciente, ha obligado a los ayuntamientos a ser cautos también en lo económico y a redirigir su atención hacia las necesidades más inmediatas de las personas.
El mejor control sanitario permite ahora a la Administración local quitarse la mascarilla en este aspecto y volver a orientar sus esfuerzos hacia las infraestructuras y servicios colectivos. Si el presupuesto municipal te concede suficiente margen para ello, la coyuntura puede ser excelente, precisamente cuando ya comienza a notarse ambientillo electoral en el horizonte. Es el caso de Calvià.
El consistorio está en condiciones de incorporar al presupuesto de 2022 un remanente de 7,3 millones y por esta vía adquirir diversos edificios y solares de sus localidades con finalidades, básicamente, sociosanitarias. Es la reconversión de servicios para los tiempos actuales. Un buen reflejo de ello es la compra de Ca ses Monges de es Capdellà. Se compra para asumir en buena parte lo que antaño hacían las monjas en él. Igual que en tantos otros lugares.
